Una Aventura en la Escuela



Había una vez en una escuela de un barrio alegre, un grupo de niños y niñas que jugaban juntos todos los días. Sin embargo, había algo que no sabían: sus derechos. Un día, la maestra Marta decidió que era hora de que todos aprendieran sobre eso, así que organizó una visita muy especial.

"¡Hola, chicos! ¡Mañana nos visitarán unos amigos que saben mucho sobre nuestros derechos!" anunció la maestra, emocionada.

"¿Derechos? ¿Qué es eso?" preguntó Valen, un niño curioso con muchos amigos.

"No lo sé, pero suena interesante!" exclamó Sofi, que siempre tenía preguntas.

Al día siguiente, dos educadores de la ONG 'Derechos para Todos' llegaron a la escuela: Juan y Ana. Desde el primer momento, se presentaron de una manera divertida.

"¡Hola, chicos! Hoy vamos a aprender jugando, porque los derechos también son parte del juego", dijo Juan, con una gran sonrisa.

"¡Sí! Vamos a hacer una búsqueda del tesoro! Cada pista que encuentren les enseñará un derecho importante," agregó Ana.

Los niños se miraron emocionados. Rápidamente, se dividieron en equipos mixtos y comenzaron la búsqueda. La primera pista los llevó al parque de juegos.

"La primera pregunta: ¿saben que todos tienen derecho a jugar y divertirse?" dijo Ana mientras señalaba un columpio.

"¡Siii!" gritaron todos, saltando de alegría.

La siguiente pista estaba en la biblioteca. Al llegar, Ana les dijo:

"Aquí aprenderán sobre su derecho a la educación. Miren todos los libros que tienen para leer!"

Sofi, la más ávida lectora, preguntó: "¿Pero todos los chicos y chicas tienen el mismo derecho a aprender aquí?"

"Exactamente, Sofi! Todos merecen aprender, no importa de dónde vengan ni cómo se vean," respondió Juan.

A medida que avanzaban, hicieron una parada en el comedor, donde descubrieron su derecho a una alimentación sana. Juan les mostró un plato lleno de colores.

"Comer bien también es un derecho porque ayuda a crecer sanamente. ¿Qué alimentos son importantes?"

"Frutas y verduras!" gritaron los niños juntos.

La última pista los llevó al patio, donde descubrieron un globo enorme. Aquí, Ana les habló sobre la libertad de expresión.

"Imaginemos que cada uno de nosotros es un globo, todos podemos elevarnos y compartir nuestras ideas. ¡Siempre se debe respetar lo que cada uno opina!" dijo Ana, mientras todos miraban el globo flotando en el aire.

Una vez completada la búsqueda, se reunieron en círculo para compartir lo que habían aprendido.

"Yo no sabía que tenía derecho a ser escuchado!" dijo Lucas, mientras jugaba con su trompita de juguete.

"Y yo no sabía que todos podíamos pedir ayuda si la necesitamos," agregó Valen.

De repente, Sofi levantó la mano y dijo:

"¿Podemos hacer algo para ayudar a otros que no conocen sus derechos?"

Todos comenzaron a pensar y finalmente llegaron a una idea.

"Podríamos contarle a nuestros padres y hacer un mural en la escuela," sugirió Valen.

Con el apoyo de la maestra Marta y de Juan y Ana, los niños se pusieron manos a la obra. Crearon hermosos dibujos que representaban sus derechos y organizaban charlas en clase.

Esa semana, realizaron una gran exposición llamada 'Nuestros Derechos', donde invitaron a sus familias y a toda la comunidad. Todos disfrutaron de las actividades y aprendieron de la exposición.

La maestra Marta sonrió al ver cómo sus estudiantes habían crecido.

"Estoy muy orgullosa de ustedes, han hecho un gran trabajo! Gracias a Juan y Ana por ayudarnos a conocer nuestros derechos y a compartirlos. Juntos podemos hacer la diferencia", dijo la maestra al final.

Al terminar el evento, los niños se sintieron felices.

"Ahora sí sabemos nuestros derechos, pero también que tenemos el deber de compartirlos. Estamos listos para ser defensores de los derechos de todos!" exclamó Sofi.

Desde ese día, cada uno de los chicos y chicas de la escuela se convirtió en un pequeño defensor de derechos, felices de jugar, aprender y ayudar a otros. Y así, la amistad y el conocimiento hicieron de aquel lugar un espacio más justo y armonioso para todos.

FIN.

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