Una Aventura en la Granja
En una hermosa granja de campos verdes y cielos azules, vivían animales de diversas especies: una gallina llamada Clara, un pato llamado Pipo, un cerdo travieso llamado Ramón y una oveja llamada Lía. Cada uno tenía un trabajo que hacer y cada día pasaban juntos creando aventuras y compartiendo risas.
Un día, mientras el sol brillaba y el viento soplaba suavemente, Clara tomó la delantera.
"¡Hola, amigos! ¿Qué les parece si organizamos una gran carrera hoy?" propuso entusiasmada.
-Pipo, siempre listo para divertirse, saltó de alegría.
"¡Sí! ¡Eso me parece genial! Pero, ¿dónde haremos la carrera?".
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"Podemos correr hasta el viejo manzano, el que está al final del campo. ¡El que llegue primero, gana una bolsa de maíz!" contestó Ramón, moviendo su cola con emoción.
"No perdás la esperanza, Lía, ¡vos ganás!" le dijo Clara a la oveja que se veía dudosa.
"No estoy tan segura. Siempre termino llegando al final." respondió Lía, con un susurro.
Sin dejar que la inseguridad de Lía les afectara, los cuatro amigos dispusieron todo para la carrera. Hicieron una línea de partida y contaron hacia tres. ¡Y ahí fueron!
Los animales corrieron con todas sus fuerzas. Clara avanzaba rápida como un rayo, seguida de Pipo que zambullía sus patas en el barro. Ramón se reía mientras saltaba con su panza rebotando, y Lía intentaba mantener el ritmo.
Sin embargo, al llegar al tronco de un árbol, Clara sufrió un pequeño tropiezo y, en lugar de seguir corriendo, se detuvo a mirar.
"¡Ay! No sé si puedo continuar. ¡Me siento un poco dolorida!" exclamó.
"No te preocupes, Clara", dijo Pipo, acercándose rápidamente. "¡Nosotros seguimos!".
"Claro, hay que llegar todos juntos. ¡Vení! ¡Te ayudamos!" agregó Ramón.
Pipo y Ramón corrieron hacia Clara y se ofrecieron a ayudarla a levantarse. Mientras tanto, Lía se dio cuenta de lo que estaba sucediendo.
"Amigos, creo que deberíamos parar. La carrera puede esperar. Lo más importante es que estemos juntos, ¿no creen?" dijo Lía, con una mirada comprensiva.
"¡Sí!" dijeron todos al unísono.
Así, se olvidaron de la competencia y decidieron ayudar a Clara. Juntos, se sentaron bajo el viejo manzano y compartieron sus historias, riendo y disfrutando del día.
Después de un rato, Clara se sintió mejor y sonrió, agradecida.
"Nunca pensé que una carrera podría volverse tan especial. Me alegro tanto de tenerlos a ustedes como amigos."
"Siempre nos cuidaremos entre nosotros", dijo Ramón.
Desde ese día, los animales de la granja aprendieron que no se trataba de quién llegaba primero, sino de disfrutar el camino juntos, apoyarse mutuamente y valorar la amistad.
Y así, la granja se llenó de risas y aventuras, con cada día siendo una nueva oportunidad para aprender y explorar, en unión.
FIN.