Una Aventura en la Sierra
Era un hermoso día soleado cuando papá, mamá y su pequeño hijo, Lucas, decidieron irse de vacaciones a la sierra. Empacaron la camioneta con todo: sillita para Lucas, comida, agua, y por supuesto, la cámara para sacar muchas fotos. Al llegar al campamento, Lucas estaba emocionado.
"¡Mirá, papi! ¡El árbol es gigante!" - exclamó Lucas, apuntando hacia un enorme pino que se alzaba orgulloso.
"Sí, hijo, ¡y tiene que ser nuestro árbol favorito!" - dijo papá, mientras levantaba a Lucas para que pudiera tocar las ramas más altas.
Los días transcurrieron llenos de diversión. Hicieron picnics, caminan por senderos y contaron historias alrededor de la fogata por las noches. Pero un día, mientras papá y mamá se preparaban para una caminata más larga, Lucas decidió explorar un poco por su cuenta.
"Voy a ver que hay detrás de aquel arbusto. ¡Ya vengo!" - dijo Lucas y salió corriendo, emocionado por la aventura.
Papá y mamá no se dieron cuenta de que Lucas se había alejado. Cuando se dieron cuenta, ya era demasiado tarde.
"¿Dónde está Lucas?" - preguntó mamá, mirando a su alrededor con preocupación.
"¡Lucas! ¡Vení, hijo!" - gritó papá, comenzando a buscarlo.
La ansiedad comenzó a apoderarse de los padres, quienes empezaron a buscarlo en todos lados. Lucas, por su parte, seguía explorando, sintiéndose feliz por las pequeñas cosas que encontraba: una mariposa azul, una piedra brillante, y un pequeño riachuelo.
Luego de un rato, al darse cuenta de que estaba lejos y no sabía cómo volver, sintió un pequeño nerviosismo. Se sentó bajo el árbol y trató de recordar las palabras de su mamá:
"Si alguna vez te pierdes, busca un lugar seguro y quédate ahí. Te estaremos buscando".
"Eso haré" - se dijo Lucas mientras miraba el paisaje.
Con el paso del tiempo, papá y mamá empezaron a buscar en serio. Preguntaron a otros campistas, buscaron en los senderos que habían recorrido y comenzaron a sentir un nudo en el estómago por la preocupación. De repente, papá dijo:
"Recordé que a Lucas le encanta coleccionar piedras. Tal vez lo encontremos cerca de algún riachuelo. ¡Vamos!"
Mientras tanto, Lucas estaba disfrutando de los sonidos de la naturaleza, cuando escuchó algo que lo dejó helado. Era un crujido en las hojas. Miró hacia atrás y, para su sorpresa, era un ciervo que se acercaba. Al principio se asustó, pero el ciervo se quedó parado mirándolo curioso.
"Hola, amigo" - dijo Lucas, con una sonrisa. El ciervo parecía amable.
Lucas decidió seguir al ciervo, que comenzó a caminar despacito. Pensaba que tal vez el ciervo lo llevaría a un lugar seguro. Pero mientras lo seguía, el ciervo se metió entre los árboles y comenzó a jugar, saltando de un lado a otro. Lucas, encantado, corría detrás de él.
En ese momento, papá y mamá llegaron a la orilla del riachuelo.
"¿Ves algo?" - preguntó mamá, con la voz llena de esperanza.
"No... bueno, esperemos un momento. Lucas puede haber venido aquí" - dijo papá, mirando el agua brillar bajo el sol.
Sin embargo, justo cuando estaban por perder la esperanza, escucharon una risa en la distancia.
"¡Lucas!" - gritaron al unísono, corriendo en dirección del sonido.
El eco de la risa resonó en el aire. Y al acercarse, vieron a Lucas jugando junto al ciervo.
"¡Lucas!" - gritó mamá, corriendo hacia él y abrazándolo.
"¡Mami, papá! ¡Miren! ¡Tengo un amigo!" - dijo Lucas, emocionado, señalando al ciervo que se quedó observando.
"No te preocupes, hijo. Estamos muy felices de encontrarte. Nunca más te alejes, ¿sí?" - dijo papá, acariciando su cabeza.
"Lo prometo, papá. Aprendí que es mejor jugar cerca de ustedes" - dijo Lucas, con una gran sonrisa.
Todos se unieron en un fuerte abrazo, sintiendo la alegría de estar juntos nuevamente. Papá y mamá le contaron lo mucho que lo habían buscado y cómo habían estado preocupados.
"Lo más importante es que estemos juntos, y yo quiero escuchar cada día historias sobre el río y los árboles" - dijo mamá, imaginándose todas las aventuras por venir.
Desde ese día, Lucas prometió nunca alejarse demasiado en sus exploraciones, y cada vez que se sentía un poco perdido, recordaba que siempre era mejor buscar a sus papás. Y así, continuaron disfrutando esas vacaciones en la sierra, unidos por la aventura y el amor familiar.
FIN.