Una Aventura entre Vacas en las Montañas



Era una hermosa mañana de verano cuando Tomás, su hermana Sofía y sus padres decidieron ir de excursión a la montaña. Con sus mochilas llenas de galletitas, agua y una gran expectativa por descubrir nuevos lugares, se subieron al auto y comenzaron el viaje. Las cumbres verdes y el aire fresco les daban la bienvenida, mientras la música de su playlist favorita sonaba de fondo.

- ¡Mirá cuántas flores! - exclamó Sofía con los ojos brillantes.

- Sí, parecen un arcoíris - respondió Tomás, observando todo desde la ventana.

Después de un rato, llegaron a una ladera cubierta de hierba suave y fresca.

- Vamos a hacer un picnic aquí - sugirió papá.

La familia se acomodó sobre una manta, disfrutando del sol y de las galletitas. Mientras comían, Tomás observó un movimiento en el campo cercano y, curioso como era, decidió ir a investigar.

- ¡Vengan, hay algo allá! - gritó emocionado, haciendo señas a su familia.

Sofía, mamá y papá lo siguieron, y al llegar vieron un grupo de vacas muy simpáticas pastando bajo un gran árbol. Eran de distintos colores: algunas eran marrones, otras negras y blancas.

- ¡Son hermosas! - dijo Sofía, acercándose un poco.

- Sí, pero no te olvides de ser respetuosa, Sofía - recomendó mamá.

De repente, una vaca muy juguetona, de manchas negras y blancas, se acercó y empezó a mover la cabeza como si quisiera jugar.

- ¡Mirá, parece que quiere que la acariciemos! - comentó Tomás, un poco asustado pero emocionado al mismo tiempo.

Con cuidado, se acercaron, y la vaca empezó a lamer la mano de Sofía.

- ¡Es como un perro! - rió Tomás.

Mientras compartían ese momento con las vacas, otro grupo de excursionistas se acercó. Eran dos niños que parecían tan entusiasmados como ellos.

- ¡Hola! ¿Les gustan las vacas? - preguntó uno de ellos, con una gran sonrisa.

- Sí, son muy simpáticas - dijo Sofía y le presentó a su familia.

Los cuatro niños comenzaron a jugar, haciendo que las vacas se movieran de un lado a otro. Pero, de repente, algo los hizo detenerse: una de las vacas, que parecía ser la líder del grupo, empezó a alejarse.

- ¿Adónde va? - preguntó un niño.

- ¡Debemos seguirla! - dijo Tomás, apresurando el paso.

Los niños siguieron a la vaca a través del campo, sin darse cuenta de que se estaban alejando mucho de sus padres. La vaca los llevó a un hermoso lago escondido, rodeado de flores y árboles.

- ¡Guau! Esto es impresionante - exclamó Sofía, mientras el agua reflejaba el cielo claro.

Al llegar, se dieron cuenta de que sus padres no estaban a la vista y empezaron a preocuparse.

- ¿Y si no nos encuentran? - dijo Tomás, un poco asustado.

Pero de repente, la vaca los miró como si supiera que estaban en problemas. Y, como por arte de magia, empezó a moverse con la cabeza hacia el camino de regreso.

- ¡Mira! Ella nos quiere llevar de vuelta - dijo Sofía.

Los niños decidieron seguirla, confiando en su instinto. Después de unos minutos, llegaron de nuevo al lugar donde habían dejado la manta. Sus padres estaban allí, un poco preocupados, buscando entre los matorrales.

- ¡Hola, estamos aquí! - gritaron los niños, aliviados al ver a su familia.

- ¡Nos asustaron! - dijo mamá, abrazando a Sofía y Tomás.

- ¡Todavía hay tiempo para jugar! - dijo papá, sonriendo al ver que estaban bien.

Los niños, emocionados, empezaron a contarles lo que había sucedido y cómo la vaca los había guiado de vuelta. Al escuchar la historia, los padres rieron y se unieron al juego.

- ¿Vieron cómo esta vaca nos ayudó? - preguntó mamá con una sonrisa.

- Sí, fue como una heroína - dijo Tomás, acariciando a la vaca que todavía estaba cerca.

Después de un día lleno de juegos, risas y nuevas amistades, la familia decidió regresar. Mientras caminaban de vuelta al auto, Sofía miró hacia atrás y gritó:

- ¡Hasta luego, vacas! ¡Gracias por la aventura!

- Nunca olvidaremos este día - agregó Tomás, con una sonrisa en su rostro.

Desde aquel día, cada vez que paseaban por el campo, pensaban en las vacas simpáticas y cómo, a veces, la amistad se encuentra en los lugares más inesperados y cómo los animales pueden enseñarnos a ser más valientes y curiosos. Y así, la familia prometió volver a visitar aquel lago y, tal vez, encontrar nuevas aventuras con sus amistades vacas.

FIN.

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