Una aventura espacial inolvidable


Había una vez en la ciudad de Buenos Aires, un bebé llamado Benjamín que amaba el cine.

Desde muy pequeño, sus padres lo llevaban a ver películas y él se quedaba fascinado con las historias que se contaban en la pantalla grande. Un día, mientras Benjamín estaba en su cuna jugando con sus muñecos, vio por la ventana una extraña luz brillante en el cielo.

Se levantó rápidamente y arrastrándose hasta llegar a la ventana, observó cómo un objeto volador no identificado aterrizaba en el parque cercano. Intrigado por lo que acababa de presenciar, decidió ir a investigar. Sin pensarlo dos veces, salió gateando de su casa y se dirigió hacia el lugar del impacto.

Lo que encontró allí fue algo increíble: ¡extraterrestres! Los extraterrestres eran seres pequeños y verdes con grandes ojos negros. Estaban asustados al ver a Benjamín acercarse, pero él les sonrió amigablemente para tranquilizarlos.

"¡Hola! Mi nombre es Benjamín", dijo el bebé extendiendo su manito hacia ellos. Los extraterrestres se miraron entre sí sorprendidos por la valentía y amabilidad del bebé. Decidieron presentarse también:"¡Hola Benjamín! Nosotros somos Zog y Ziggy", respondió uno de los extraterrestres.

Zog explicó que habían llegado accidentalmente a la Tierra cuando su nave espacial tuvo problemas técnicos. Estaban perdidos y necesitaban ayuda para repararla y volver a su planeta natal. Benjamín, sin dudarlo, se ofreció a ayudarlos.

Recordó haber visto en las películas cómo los protagonistas resolvían problemas y pensó que él también podría hacerlo. Juntos, el bebé y los extraterrestres comenzaron a buscar herramientas y materiales para arreglar la nave espacial.

Benjamín utilizaba su ingenio y creatividad mientras Zog y Ziggy le enseñaban cómo utilizar las herramientas de manera segura. Después de varios días de trabajo duro, finalmente lograron reparar la nave espacial. Los extraterrestres estaban muy agradecidos con Benjamín por su ayuda y decidieron invitarlo a visitar su planeta.

"¡Sería genial! Pero no puedo ir solo", respondió Benjamín preocupado. Zog y Ziggy sonrieron y dijeron: "No te preocupes, nosotros nos encargaremos de eso". Con un rayo especial, transformaron la cuna de Benjamín en una cápsula espacial segura para el viaje.

Juntos abordaron la nave espacial y despegaron hacia el espacio exterior. Durante el viaje, Benjamín disfrutó viendo las estrellas brillantes y escuchando historias increíbles sobre el planeta natal de los extraterrestres.

Aprendió sobre diferentes culturas, idiomas e incluso descubrió nuevos juegos divertidos que nunca antes había imaginado. Finalmente llegaron al planeta donde vivían Zog y Ziggy. Era un lugar hermoso lleno de colores vibrantes y criaturas extrañas pero amigables.

Benjamín se dio cuenta de que aunque eran muy diferentes entre sí, todos compartían algo en común: el deseo de aprender y explorar el mundo. Después de pasar un tiempo maravilloso en el planeta de los extraterrestres, Benjamín decidió que era hora de regresar a casa.

Zog y Ziggy lo despidieron con tristeza pero prometieron mantenerse en contacto. Cuando Benjamín volvió a la Tierra, se dio cuenta de que su aventura había cambiado su vida para siempre.

Ahora, cada vez que iba al cine o veía una película en casa, recordaba todas las lecciones que había aprendido junto a sus amigos extraterrestres. Y así, Benjamín se convirtió en un niño lleno de imaginación y curiosidad.

Siempre estaba dispuesto a ayudar a los demás y nunca dejaba de creer en la magia del cine y las posibilidades infinitas que existen más allá de nuestro propio mundo. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

Dirección del Cuentito copiada!