Una Aventura Floral



Érase una vez en un hermoso jardín, donde el sol brillaba y las flores llenaban el aire con su perfume dulce, dos abejitas llamadas Sansón y Ana. Sansón era un poco renegón y siempre prefería quedarse en la colmena sin hacer mucho esfuerzo. Ana, en cambio, era una abeja feliz y divertida que amaba aventurarse a buscar flores para recolectar polen.

Un día, Ana se acercó a Sansón:

- “¡Hola, Sansón! ¿Por qué no venís a buscar flores conmigo? ”

Sansón se estiró cómodamente sobre una hoja y respondió:

- “No tengo ganas, Ana. Es más fácil quedarme aquí.”

Ana sonrió y le dijo:

- “Pero si no salimos, no tendremos polen para la colmena. ¡Vamos, será divertido! Podemos ver muchas cosas hermosas.”

Sansón frunció el ceño. No estaba convencido, pero algo en la chispa de Ana lo intrigó.

Finalmente, después de un rato de insistencia y muchas sonrisas, Sansón accedió:

- “Está bien, voy. Pero solo por un rato.”

Ana saltó de alegría:

- “¡Genial! Vamos a tener la mejor aventura de flores juntas.”

Las dos abejitas volaron hacia un rincón del jardín que Sansón nunca había explorado. Al principio, volaba despacito y con desgano, pero a medida que se iban acercando a las flores, comenzó a notar cuántas eran hermosas.

- “Mirá, Sansón, qué flor tan grande y colorida. ¡Es la ideal para recolectar polen! ”

Sansón miró maravillado y respondió:

- “No puedo creer que nunca había venido a este lugar.”

Mientras recolectaban polen, se encontraron con otros insectos que también trabajaban duro. Un grupo de mariposas danzaba entre las flores y una mariquita les dijo:

- “¿Ustedes son abejas? Eso es increíble, siempre hacen un gran trabajo.”

Sansón comenzó a sentirse un poco orgulloso de estar recolectando polen junto a Ana. Sin embargo, de repente, se dio cuenta de que no había visto un nido de avispas que estaba justo cerca.

- “¿Ana, qué hacemos? ¡Hay avispas allí! ”

Ana, más valiente y rápida, le dijo:

- “Tranquilo, Sansón. Sigamos volando y no nos acercamos a ellas. ¡Debemos quedarnos en el lado seguro! ”

Así lo hicieron y gracias a la sabiduría de Ana, lograron evitar el nido. Esa pequeña aventura les permitió recolectar mucho más polen del que Sansón pensaba.

Al final del día, volvieron a la colmena, cansados pero felices. Ana puso su polen al lado del de Sansón:

- “¡Mirá cuánto hemos juntado! No te dije, pero esta fue solo la primer parte de nuestra aventura.”

Sansón se rió:

- “Nunca pensé que podría disfrutar tanto. Te agradezco por convencerme, Ana.”

- “¡Esto es solo el comienzo! Mañana podemos explorarlo todo de nuevo. Hay más flores y más amigos esperando.”

Sansón asintió, ahora entusiasmado por el día siguiente. En su corazón sentía que era mucho más divertido a su lado. ¿Qué más cosas emocionantes les esperaban?

Y así, en días sucesivos, Sansón y Ana se convirtieron en un equipo inseparable, aprendiendo a trabajar juntos mientras recolectaban polen, siempre rodeados por la belleza del jardín. La aventura les enseñó a Sansón que salir de su zona de confort podía traerle alegría y sorpresas, mientras que Ana aprendió lo valioso que era tener un amigo a su lado.

Desde ese entonces, Sansón dejó de ser el reniegue y se transformó en la mejor abeja exploradora, siempre acompañado por su gran amiga, Ana. Juntos, hacían que la tarea de colectar polen se convirtiese en una divertida aventura cada día.

Así, las dos abejitas demostraron que el trabajo en equipo, la curiosidad y un poco de valentía pueden cambiar cualquier situación y convertirla en algo maravilloso. Y colorín colorado, esta aventura ha comenzado.

FIN.

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