Una Aventura Gigante



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires, y Adriel, un niño curioso y valiente, estaba jugando en el parque cercano a su casa. Mientras lanzaba una pelota, se distrajo y comenzó a observar el cielo azul, lleno de nubes esponjosas. De repente, sintió un temblor en el suelo, como si un tren pasara al lado. Miró a su alrededor, confundido. La gente comenzó a gritar.

"¡Mirá, mirá!" - gritó su amigo Mateo, señalando hacia el horizonte. Adriel se dio vuelta y vio una sombra gigante acercándose.

Cuando la sombra se hizo más grande, Adriel pudo distinguir la enorme figura de Godzilla, el famoso monstruo de las películas.

"¡Adriel! ¡Godzilla está en la ciudad!" - dijo Mateo, asustado. "¡Vamos a escondernos!"

Pero Adriel miró a Godzilla, que parecía confundido y un poco triste, en lugar de enojado. Se dio cuenta de que no estaba atacando, simplemente estaba perdido.

"No, Mateo. Creo que necesita nuestra ayuda" - dijo Adriel con determinación. "Voy a acercarme a él."

"¡Estás loco!" - respondió Mateo, pero Adriel ya estaba en camino, decidido a ayudar al gigante.

Adriel corrió hacia Godzilla, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, levantó una mano.

"¡Hola, Godzilla!" - gritó Adriel, con una voz valiente. Godzilla se detuvo y giró su enorme cabeza hacia el niño.

"¿Grrr?" - rugió Godzilla, un sonido que resonaba en todo el parque. Adriel sintió que su corazón latía rápido, pero mantuvo su postura.

"No te preocupes, no estás solo. Todos se están asustando, pero creo que tienes un problema. ¿Estás buscando algo?" - preguntó Adriel.

Godzilla, aunque grande y feroz, pareció entender las palabras del pequeño. Tenía una mirada melancólica en sus ojos. Adriel pensó por un momento.

"Quizás está buscando su hogar," - dijo, dándose cuenta de que Godzilla había salido del océano. "¡Podemos ayudarlo!"

Mateo, aún nervioso, se unió a Adriel, y los dos comenzaron a planear.

"Tenemos que encontrar una manera de llevarlo al agua" - dijo Mateo, moviendo las manos. "Pero, ¿cómo?"

"No lo sé, pero podemos usar un mapa. Hay que buscar el camino más corto hacia la playa" - propuso Adriel.

Así que los chicos corrieron a su casa y encontraron un gran mapa de la ciudad. Se dieron cuenta de que había un camino que podría llevar a Godzilla a la costa.

"¡Vamos a hacer señales!" - sugirió Adriel, y juntos idearon un plan.

Empezaron a dibujar flechas en el suelo con tiza.

"¡Acá! ¡Sigue por aquí!" - gritaban, mientras Godzilla los miraba. Adriel sentía que el monstruo estaba empezando a confiar en ellos.

Finalmente, Godzilla observó las manchas de tiza y comenzó a caminar lentamente, siguiendo las señales. Los dos chicos corrían delante de él, animándolo.

"¡Eso es, Godzilla! ¡Sigue!" - decía Adriel con entusiasmo, contente al ver que Godzilla lo obedecía.

Cuando llegaron a la costa, Godzilla se detuvo y se inclinó hacia el agua.

"¡Por fin!" - exclamó Mateo. "Ahora será feliz de nuevo."

Con un gran salto, Godzilla se lanzó al mar, haciendo una explosión de agua que los cubrió a ambos de pies a cabeza.

"¡Woooow!" - gritó Adriel, riendo mientras salpicaba agua. Godzilla levantó la cabeza y emitió un rugido que sonaba menos temible y más agradecido.

"¡Gracias, chicos!" - parecía decir Godzilla con su mirada.

Adriel y Mateo sabían que habían hecho algo especial. No sólo ayudaron a Godzilla a encontrar su camino a casa, sino que también aprendieron que a veces lo que parece aterrador solo necesita un poco de comprensión y amistad.

Desde aquel día, Adriel y Mateo siempre recordarán su encuentro con Godzilla, y cómo ser valientes y amigables puede cambiar incluso el día más temible en una gran aventura.

Con una sonrisa en sus rostros, Adriel y Mateo regresaron a casa, listos para contar su historia y recordar que la amistad y la valentía pueden superar cualquier obstáculo, incluso uno tan grande como Godzilla.

FIN.

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