Una aventura mágica


Había una vez una niña llamada Sofía que estaba muy emocionada porque su familia la llevó a pasar un día increíble en el parque de atracciones más famoso del mundo, Disney.

Desde que llegaron, los ojos de Sofía brillaban de felicidad al ver todos los personajes y atracciones coloridas a su alrededor. Sofía correteaba de un lado a otro, sin saber por dónde empezar.

Su mamá le dijo: "Sofía, ¿qué te parece si comenzamos por subirnos a la montaña rusa?" "¡Sí, sí!"- exclamó Sofía emocionada. Subieron a la montaña rusa y gritaron y rieron juntas mientras daban vueltas y más vueltas.

Después de salir de la montaña rusa, vieron un espectáculo de princesas en un escenario. Las princesas bailaban y cantaban con vestidos deslumbrantes. Sofía quedó maravillada y soñaba con ser como ellas algún día. De repente, mientras caminaban por el parque, vieron a una niña llorando.

Sofía se acercó con curiosidad y preguntó: "¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte en algo?" La niña le explicó que se había perdido de sus padres y tenía miedo.

Sin dudarlo, Sofía tomó la mano de la niña perdida y le dijo: "Tranquila, yo te ayudaré a encontrar a tus papás". Juntas buscaron entre la multitud hasta que finalmente encontraron a los padres de la niña perdida. Estos les estaban esperando angustiados en un puesto cercano.

Los padres abrazaron emocionados tanto a su hija como a Sofía por haberla ayudado. La mamá de la niña perdida les dijo: "¡Gracias! ¡Eres toda una heroína!" Sofía sonrió orgullosa y sintió calidez en su corazón por haber hecho algo bueno por alguien más.

El resto del día transcurrió lleno de risas, juegos y aventuras para Sofía y su familia.

Al caer la noche, cuando los fuegos artificiales iluminaron el cielo estrellado sobre el castillo del parque, Sofía supo que ese había sido uno de los mejores días de su vida. Al regresar a casa esa noche, sofia se acostó en su cama con una sonrisa en el rostro.

Recordaba cada momento especial vivido en Disney y cómo había podido hacer feliz no solo a ella misma sino también a otra persona al ayudarla. Desde ese día, Sofía aprendió que ser amable y solidaria con los demás puede marcar la diferencia en sus vidas.

Y así prometió siempre estar dispuesta a tenderle una mano amiga a quien lo necesitara.

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