Una Aventura Mágica en los Uros



Era un hermoso día de verano, cuando la familia de María Julietta decidió emprender una aventura a Puno, en la orilla del lago Titicaca. La pequeña niña estaba llena de entusiasmo y emoción.

"¡Mirá, abuela Juana! ¡Vamos a conocer los Uros!"- exclamó María Julietta mientras corría hacia su abuela, doña Juanita, quien sonreía con ternura.

"Sí, mi querida, pero necesitamos estar preparados. No solo vamos a divertirnos, también aprenderemos sobre la cultura de los Uros y cómo viven en esas islas flotantes"-, respondió doña Juanita, recordando las historias que había escuchado de su juventud.

Julio y Marietta, los padres de María Julietta, se estaban asegurando de que todos tuvieran todo lo necesario para el viaje.

"Recuerden, llevemos mucha agua y algo de comida en la mochilita"-, dijo Marietta, mientras subía al auto.

"¡Llevemos galletitas!"- sugirió Alexandra, la hermana mayor de María Julietta. "Son livianas y fáciles de compartir"-.

Con todo listo, la familia se subió al auto y comenzó su viaje hacia Puno. Durante el trayecto, la emoción de María Julietta no hizo más que crecer.

"¿Qué vamos a ver en las islas de los Uros?"- preguntó curiosa.

"Vas a ver casas hechas de totora, una planta que crece en el lago. ¡También hay muchas aves y coloridos botes!"- respondió su papá, Julio.

Después de varias horas de viaje, llegaron al muelle en Puno. Desde allí, la familia tomó un pequeño bote para cruzar las aguas brillantes del lago Titicaca.

"¡Mirá, qué hermosas son las islas!"- gritó María Julietta, señalando con su manita.

Pronto llegaron a una de las islas flotantes de los Uros, donde fueron recibidos por amables lugareños.

"¡Bienvenidos!"- dijo uno de los hombres de la isla, con una gran sonrisa. "Les enseñaremos todo sobre nuestra forma de vida. Aquí el lago nos da todo lo que necesitamos"-.

María Julietta estaba fascinada. Caminó un poco y vio cómo estaban construidas las casas con totora.

"¿Cómo se mantienen flotando?"- preguntó asombrada.

"Las islas flotantes son como grandes balsas. Se construyen con bloques de totora, que son muy livianos y flotan en el agua"-, explicó una mujer de la isla, mientras su hija le sonreía a María Julietta.

Pasaron el día explorando y aprendiendo. Doña Juanita se sentó en una de las casas para escuchar la historia de los Uros, mientras los otros miembros de la familia intentaban pescar con cañas hechas de totora.

"¡Soy la primera en pescar!"- gritó Alexandra, levantando un pequeño pez con gran alegría.

Pero, de repente, un viento fuerte comenzó a soplar.

"¡Cuidado!"- exclamó Marietta. "Las cosas podrían volar. Vamos adentro de la casa un momento"-.

La familia se refugió en la casa de totora. Mientras esperaban, María Julietta miró por la ventana y vio algo extraño en el agua.

"¡Miren eso!"- gritó. "Hay una especie de barco que se está acercando"-.

"¿Qué será?"- dijo Julio, intrigado.

Al poco tiempo, el barco se acercó y resultó ser un grupo de turistas que se habían perdido. Eran amigos que querían conocer la cultura de los Uros.

"Podemos guiarlos hasta su destino, pero primero, disfruten con nosotros estos momentos"-, dijo uno de los lugareños con una gran sonrisa.

María Julietta sintió que la aventura se volvía aún más emocionante. Comenzaron a compartir historias, risas y galletitas. Todos disfrutaban de la música tradicional que los Uros tocaban con instrumentos hechos a mano.

"¡Esto es increíble!"- decía María Julietta, mientras bailaba con su abuela.

"¡Nunca olvidaremos este día!"- agregó doña Juanita, con una gran sonrisa.

Finalmente, cuando el viento calmó, la familia y los turistas se despidieron de los Uros y regresaron en el bote. María Julietta miraba hacia atrás, despidiéndose de la isla.

"Gracias, ¡los volveremos a visitar!"- prometió.

En el camino de regreso, María Julietta se sintió llena de alegría y sabiduría. Había aprendido mucho sobre el lago Titicaca y la vida de los Uros, y además, lo más importante, había compartido risas con su familia y nuevos amigos.

"¡Fue una aventura mágica!"- decía mientras cerraba los ojos, soñando con su próximo viaje al misterioso y hermoso lago.

FIN.

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