Una Aventura Marciana
Era un hermoso día en Buenos Aires, y la familia García estaba en el patio de su casa, disfrutando de un delicioso asado. Sitka, la mamá, estaba preparando el postre, mientras Axel, su hijo de ocho años, jugaba con su drone en el jardín. De repente, el dron comenzó a hacer ruidos extraños.
"¡Mamá, mirá! ¿Qué le pasa a mi dron?" - gritó Axel, preocupado.
"No sé, amor. Quizás haya que cambiarle la batería" - respondió Sitka, acercándose a él.
Pero antes de que pudieran arreglarlo, el dron dio un giro inesperado y, en un abrir y cerrar de ojos, desapareció en el cielo.
"¡Ay no! ¡Se fue!" - exclamó Axel mirando hacia arriba, casi llorando.
"Vamos a buscarlo, no te preocupes... ¡Tal vez podemos usar la telescopía para rastrearlo!" - sugirió Sitka, intentando calmar a su hijo.
Con el corazón lleno de esperanza, la familia se dirigió a la terraza de su casa. Pero mientras observaban el cielo con el telescopio, algo increíble sucedió. Un brillante destello rojo cruzó la noche. Era una nave espacial que se dirigía a Marte.
"¡Aguanten! ¿Y si seguimos a esa nave?" - dijo Axel, iluminándose al instante.
"No sé, Axel. ¿Cómo lo haremos?" - preguntó Sitka sonriendo.
"Podemos construir nuestra propia nave espacial con cosas de la casa. ¡Sería una aventura!" - propuso Axel.
Encantados con la idea, los tres comenzaron a recolectar materiales por toda la casa. Con cajas de cartón, tubos de papel higiénico, un par de linternas y un poco de cinta adhesiva, pasaron horas construyendo lo que ellos llamaron "La Nave García".
"¡Listo!" - exclamó Axel, sacudiendo las manos de felicidad.
"Pero, ¿cómo viajaremos a Marte?" - preguntó Sitka, esbozando una sonrisa.
"Solo tenemos que imaginarnos que estamos en la nave y que la activamos en el momento correcto" - dijo Axel mientras se acomodaba en su asiento improvisado.
La familia se sentó dentro de la nave y comenzó a contar:
"¡3, 2, 1... Despegue!"
Y así, con su imaginación viajaron a Marte.
En su aventura marciana, descubrieron paisajes espectaculares y aventuras emocionantes. Allí conocieron a unos extraterrestres amistosos, los Marcianitos, que los invitaron a un festín galáctico lleno de frutas de colores brillantes.
"¡Hola, terrícolas! Bienvenidos!" - saludaron los Marcianitos, sonriendo.
"¡Hola! Gracias por recibirnos!" - contestó Axel, viendo todo lo raro y fascinante que había a su alrededor.
Después de disfrutar del festín, los Marcianitos les enseñaron sobre la importancia de cuidar el medio ambiente, incluso en planetas lejanos.
"En Marte, cuidamos nuestro planeta para que siga siendo hermoso como ustedes cuidan de la Tierra" - explicó uno de los Marcianitos.
"¡Eso suena increíble!" - dijo Sitka, tomando notas en su cuaderno.
Pero, de repente, el cielo marciano se oscureció. Axel miró asustado.
"¿Qué pasa?" - preguntó.
"Un polvo cósmico está por venir. ¡Es hora de regresar a casa!" - dijo uno de los extraterrestres.
"¿Cómo llegaremos a nuestra nave?" - preguntó Axel, con miedo.
"No te preocupes, nosotros te ayudaremos. ¡Vengan!" - los extraterrestres los llevaron volando a su nave espacial en un destello de luces.
Cuando la nave García ya estaba en el aire, Axel sonrió.
"¡Gracias, amigos! Prometemos cuidar nuestro planeta!"
Al momento de regresar a la Tierra, se despertaron en su patio, justo donde habían comenzado.
"¿Fue un sueño?" - preguntó Axel, mirando a sus padres.
"¡No! Fuimos a Marte y aprendimos algo precioso" - dijo Sitka, sonriendo.
Desde aquel día, la familia García se comprometió a cuidar el medio ambiente y a tener siempre una mente curiosa y exploradora, lista para afrontar nuevas aventuras.
Axel concluyó su experiencia soñando con su próximo viaje interplanetario, ¡quizás a la Luna o más allá!
Y así, bajo las estrellas, la familia García siguió viviendo felices y llenos de sueños.
FIN.