Una aventura modernista



Héctor era un niño curioso y soñador que vivía en una pequeña ciudad. Desde muy chico, sentía una atracción especial por la naturaleza, los colores y las formas. Siempre se preguntaba por qué las cosas eran como eran, y qué secretos escondían.

Un día, mientras paseaba por el parque, Héctor encontró un libro antiguo con tapas de cuero y un título misterioso. Al abrirlo, descubrió que era un libro de magia, pero no una magia común, sino una magia modernista llena de colores extravagantes y formas caprichosas.

Héctor comenzó a leer el libro y, de repente, se vio envuelto en una luz resplandeciente. Cuando la luz se desvaneció, Héctor se dio cuenta de que no estaba en el parque, sino en un lugar extraño y maravilloso.

-¿Dónde estoy? -se preguntó Héctor en voz alta, sorprendido por el paisaje surrealista que lo rodeaba.

Decidió explorar y descubrió que había viajado a un mundo donde las leyes de la física no se aplicaban de la misma manera. Los árboles tenían colores imposibles, los animales hablaban en rima y las nubes cambiaban de forma constantemente.

Héctor se encontró con personajes peculiares que le hablaban en monólogos internos, expresando sus pensamientos más profundos sobre la vida, el amor y la naturaleza. Aprendió que en ese extraño lugar, el tiempo no existía, solo el eterno presente del modernismo.

Poco a poco, Héctor fue descubriendo las maravillas de aquel mundo surrealista, pero también enfrentó desafíos y peligros inesperados. Con valentía y creatividad, logró superarlos, demostrando una perspicacia propia del modernismo.

Finalmente, tras vivir increíbles aventuras, Héctor encontró la manera de regresar a su mundo. Con el corazón lleno de nuevas ideas y una visión modernista de la vida, volvió a su ciudad, decidido a compartir sus experiencias y su conocimiento con los demás.

Desde entonces, Héctor se convirtió en un narrador de historias, inspirando a otros con sus relatos de aquel mundo surrealista. Siempre recordaba con cariño su viaje, sabiendo que el modernismo había dejado una huella indeleble en su corazón.

FIN.

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