Una aventura nocturna con mis amigos
Era una noche tranquila en el pequeño barrio de Villa Esperanza. Cuatro amigos: Sofía, Tomás, Lucía y Mateo, decidieron pasar la noche en la casa de Mateo. Estaban emocionados, porque tenían un plan: ¡una noche de cuentos de miedo!"¡Tengo el cuento más aterrador!" - dijo Mateo, frotándose las manos con entusiasmo.
"No te emociones tanto, Mateo. ¡No quiero pasar miedo!" - se quejó Sofía, aunque en el fondo también sentía curiosidad.
"No te preocupes, Sofía. Solo serán cuentos" - le aseguró Lucía, mientras acomodaba unas almohadas en el suelo.
"¡Yo traigo las golosinas!" - añadió Tomás, corriendo hacia la cocina.
Los amigos se acomodaron en el salón, con mantas y muchas golosinas. Cuando ya estaban listos, Mateo comenzó a contar su historia:
"Era una noche oscura, como esta, y un fantasma andaba suelto..."
Mientras Mateo narraba, sus amigos escuchaban con atención, pero de repente, un ruido extraño sonó desde el jardín. Todos se quedaron paralizados.
"¿Qué fue eso?" - preguntó Sofía, aferrándose a su almohada.
"Tal vez fue solo el viento..." - sugirió Lucía, tratando de calmar a todos.
"O una ardilla, no se preocupen" - añadió Tomás, aunque no parecía convencido.
"Voy a verificar" - dijo Mateo con valentía, levantándose.
Los amigos lo siguieron, aventureros y asustados, asomándose por la puerta. Al mirar hacia el jardín, no vieron nada extraño, pero el misterio dejó a todos atónitos.
"¡Tal vez deberíamos seguir contando cuentos!" - propuso Tomás, intentando cambiar el tema.
"Sí, contar historias alegres y divertidas puede ahuyentar los miedos" - agregó Lucía.
Así que, después de un corto debate, decidieron crear su propia historia. Cada uno aportaría algo, y juntos, inventaron un cuento gracioso sobre un perro héroe que salvaba a un gato perdido.
Mientras narraban su historia, se dieron cuenta de que se estaban divirtiendo mucho más que con los cuentos de terror.
"¿Viste? Divertido es mejor que asustarse" - rió Sofía.
"¡Sí! El perro tiene superpoderes y puede volar" - dijo Mateo, riendo también.
"Y el gato es un gran cantautor que anima a todos" - agregó Lucía.
De repente, el ruido extraño sonó de nuevo. Pero esta vez, en lugar de asustarse, los amigos decidieron salir al jardín. Cuando vieron lo que era, comenzaron a reír a carcajadas. ¡Era un pequeño gato que jugueteaba con una rama!"¡Miren, es un gato!" - exclamó Tomás, riendo.
"Creí que era un monstruo" - dijo Sofía, sonrojándose un poco.
"¡Al final, toda nuestra aventura fue crear historias!" - dijo Mateo, muy contento por lo que había sucedido.
Una vez en el jardín, comenzaron a jugar con el gato. Decidieron ponerle un nombre: —"Supergato" . La noche se llenó de risas y juegos, y al final, todos acordaron que la verdadera aventura había sido dejarse llevar por la imaginación.
"El miedo puede ser divertido, pero más divertido es compartir historias y momentos juntos" - concluyó Lucía mientras se recostaban sobre el césped.
Al final de la noche, los cuatro amigos estaban más unidos que nunca. Habían aprendido que lo importante no es el miedo, sino la amistad y la capacidad de inventar historias juntos.
Así, con el corazón lleno de nuevos recuerdos y un gato cariñoso a su lado, se despidieron de la noche, sabiendo que siempre tendrían aventuras que contar.
Y así termina la historia de Sofía, Tomás, Lucía y Mateo, una noche llena de risas, imaginación y un pequeño gato llamado Supergato.
FIN.