Una aventura para salvar el mundo




Había una vez en Pomalca, un pintoresco pueblo en el norte de Perú, tres amigos inseparables: Mateo, Diego y Lucas, tres niños de 10 años que estudiaban en la IE 11501. Un día, durante una clase sobre el calentamiento global, su maestra les contó sobre este fenómeno que estaba causando estragos en todo el mundo. Los tres amigos quedaron impactados y decidieron hacer algo al respecto. "¡Tenemos que salvar al planeta!" exclamó Mateo con determinación. "Pero ¿cómo lo haremos?" preguntó Lucas con preocupación. "Viajaremos por todo el mundo para descubrir la verdad sobre el calentamiento global", propuso Diego con entusiasmo.

Con el corazón lleno de valentía, los tres amigos se reunieron en la plaza del pueblo, donde un misterioso anciano les entregó un viejo globo terráqueo. Al tocar el globo, algo mágico sucedió: ¡se encogieron y volvieron a crecer en un abrir y cerrar de ojos, pero esta vez estaban en Nueva York! Asombrados, se dieron cuenta de que su extraordinaria aventura acababa de comenzar. A lo largo de su viaje, los valientes amigos se encontraron con desafíos inimaginables. Visitaron la selva amazónica en Brasil, donde vieron cómo la deforestación estaba afectando a la vida silvestre. Luego, viajaron a la Antártida, donde presenciaron el deshielo de los glaciares. A medida que recorrían el mundo, aprendían sobre la importancia de conservar los recursos naturales.

Pero su mayor desafío llegó cuando llegaron a China, donde se enfrentaron a un monstruoso dragón de humo que representaba la contaminación del aire. Con astucia y valentía, lograron purificar el aire y liberar al país de la nefasta criatura. A su regreso a Pomalca, los tres amigos organizaron una campaña para concienciar a la comunidad sobre la importancia de proteger el planeta. Juntos, emprendieron acciones para reducir la contaminación y promover la reforestación. Su historia inspiró a muchas personas a tomar medidas para frenar el calentamiento global. Mateo, Diego y Lucas se convirtieron en los guardianes del planeta, recordándonos que incluso los niños pueden marcar la diferencia cuando se unen por una causa común. Desde entonces, su valentía y determinación se convirtieron en leyenda en Pomalca y en todo el mundo.

FIN.

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