Una Aventura por el Campo



Era un hermoso día de primavera en la Escuela Primaria San Martín de Buenos Aires. La maestra Sofía tuvo una idea emocionante: llevar a sus alumnos de primer grado a un viaje de estudio al campo, donde podrían aprender sobre la naturaleza y disfrutar del aire libre.

Cuando los niños escucharon la noticia, comenzaron a saltar de alegría. "¡Yuju! Vamos de excursión!" gritó Lucas, el más entusiasta de la clase. Sus amigos lo imitaron y pronto todos estaban llenos de emoción.

El día del viaje llegó y los niños se subieron al ómnibus con sus mochilas llenas de aperitivos y cuadernos para anotar lo que aprendieran. La maestra Sofía les recordó:

"Recuerden, chicos, hoy vamos a observar plantas, animales y todo lo que nos ofrezca la naturaleza. Quiero que cada uno anote algo que les llame la atención en su cuaderno".

Tras un rato de viaje, llegaron a un hermoso campo lleno de flores de todos los colores. Al bajarse, la maestra dijo:

"Primero, vamos a hacer un recorrido y luego, un juego de búsqueda del tesoro por equipos".

Mientras caminaban, descubrieron un pequeño arroyo. La maestra les explicó:

"Este arroyo es el hogar de muchos animales. ¿Pueden imaginar cuáles son?"

"¡Peces!" gritó María entusiasmada.

"Y ranas" agregó Tomás, moviendo su mano como un sapo.

"Exacto, aquí viven peces y ranas, y también hay insectos" dijo Sofía, señalando a un grupo de mariposas que revoloteaban a su alrededor.

De repente, Lucas notó algo extraño entre los arbustos. Se acercó y gritó:

"¡Miren, hay un nido!"

Los demás se agolparon alrededor de Lucas, viendo el pequeño nido con unos pocos huevos.

"¿Qué animales crees que nacen de esos huevos?" preguntó la maestra.

"¡Pájaros!" exclamó Sofía con una sonrisa, "pero hay que tener cuidado de no acercarnos demasiado para no asustarlos".

Luego, realizaron el juego de búsqueda del tesoro. La maestra había escondido pistas por el campo y los niños se dividieron en grupos. Por cada pista encontrada, aprendían un nuevo dato sobre la fauna y flora locales.

"¿Qué hay que hacer si encontramos una planta rara?" preguntó Juana.

"Debemos respetar su lugar y no arrancarla. A veces las plantas son parte de un ecosistema y necesitamos protegerlas".

Mientras buscaban, se escuchó un fuerte estruendo. Los niños se miraron asustados.

"¿Qué fue eso?" preguntó Tomás, con su voz temblorosa.

La maestra, con calma, les dijo:

"No se preocupen, es solo una tormenta que se acerca. Vamos a refugiarnos bajo un gran árbol".

Corrieron hacia un robusto árbol donde se resguardaron.

"¡Es genial! Mira cuántas hojas tiene!" dijo Lucas tocando las ramas.

"¿Cuántos años crees que tiene este árbol?" preguntó la maestra.

"¡Debe ser viejo!" respondió María.

"Sí, algunos árboles pueden vivir cientos de años. Si tuviésemos suerte, podría habernos visto jugar cuando éramos tan pequeños como ustedes".

La tormenta pasó rápidamente, y tras la lluvia, un arcoíris apareció en el cielo.

"¡Miren!" exclamó Juana, emocionada.

"Es un recordatorio de que después de la lluvia siempre sale el sol" dijo la maestra con una sonrisa.

Rápidamente, retomaron su actividad. Encontraron la última pista, y descubrieron que la “tesoro” era una canasta con un delicioso picnic preparado por la mamá de Sofía. Todos se sentaron en la alfombra de hierba, disfrutando de sándwiches, frutas y galletas.

"Esto es lo mejor del mundo" dijo Tomás, mientras buscaba más galletas en la canasta.

Después de comer, la maestra propuso una actividad final:

"Vamos a dibujar nuestra parte favorita del día".

Con sus crayones y hojas, los niños se pusieron a trabajar.

"Yo dibujé el nido de pájaros", dijo Lucas.

"Yo el árbol gigante!" agregó María.

"Y yo el arcoíris" dijo Juana, mostrando su dibujo.

Al final de la tarde, todos estaban cansados, pero felices. Subieron al ómnibus, listos para regresar a casa.

"Hoy aprendimos mucho, ¿verdad?" preguntó Sofía.

"Sí, y fue muy divertido!" respondió Tomás.

"¡El mejor día de todos!" exclamó Lucas.

Mientras el ómnibus se alejaba, el sol comenzaba a ponerse, llenando el cielo de colores. El viaje no solo había sido una aventura, sino una gran lección sobre el cuidado de la naturaleza y la importancia de disfrutar el mundo que nos rodea.

La maestra sabía que ese día iba a quedar grabado en sus corazones para siempre.

FIN.

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