Una Aventura Terrestre
Era un día soleado en la Tierra, y todos los niños jugaban al aire libre, sin imaginar que algo increíble estaba por suceder. En un rincón del cielo, un pequeño ovni aterrizaba en el parque de una ciudad. De este ovni, salió un ser verde con grandes ojos y una sonrisa brillante. Se llamaba Cometín y era un marciano del planeta Verdeceleste.
Cometín, emocionado por la idea de conocer un nuevo mundo, se bajó de su nave para explorar, pero en un abrir y cerrar de ojos, el viento lo empujó, y se encontró perdido muy lejos de su ovni.
Mientras tanto, un astronauta llamado Tomás, que había regresado de una misión espacial, paseaba por el parque.
-Tomás, el astronauta, vio algo moverse entre los árboles. Se acercó, curioso.
-Hola, ¿quién sos? -preguntó Tomás, sorprendido al ver a Cometín.
-
Soy Cometín, un marciano de Verdeceleste. Me perdí y no sé cómo volver a mi nave.
-Tomás se agachó a la altura de Cometín y le sonrió.
-Vamos a ayudarte, Cometín. Pero primero, ¿qué tal si me cuentas cómo llegaste hasta aquí?
Cometín se sentó en una banca y comenzó a relatar su historia.
-Estaba volando en mi ovni cuando vi un arcoíris brillante. Quería acercarme, pero el viento me desvió y aquí estoy -dijo con una mueca de tristeza.
-Tomás lo escuchó atentamente.
-A veces, los arcoíris pueden llevarnos a lugares inesperados. Pero no te preocupes, juntos encontraremos tu nave.
Los dos amigos decidieron hacer un mapa. Tomás usó un pizarrón portátil que siempre llevaba en su mochila. Juntos dibujaron el parque, los árboles, y hasta el camino que Cometín había seguido antes de perderse.
-Mira, creo que tu nave debe estar al norte de aquí. -apuntó Tomás.
-
¿Al norte? -preguntó Cometín. -¿Eso es donde los árboles se ven más altos?
-Sí, exactamente -respondió Tomás. -Pero debemos tener cuidado con los ríos y los caminos. Vamos a necesitar un plan.
Emprendieron su viaje. En el camino, Cometín aprendió sobre los animales de la Tierra.
-¿Son amigables? -preguntó mirando a un grupo de aves volando.
-Sí, la mayoría son muy curiosas -le explicó Tomás. -Pero deberíamos ser amables y no asustarlas.
Un poco más adelante, se encontraron con un pequeño arroyo que debían cruzar.
-¿Podré saltar? -preguntó Cometín con un poco de miedo. -En mi planeta no tenemos arroyos.
-Tienes que creer en tus habilidades, Cometín -dijo Tomás. -Inténtalo. Si saltamos juntos, seguro lo lograremos.
Respirando profundo, Cometín se preparó y, junto con Tomás, saltó. Con un grito de alegría, aterrizaron al otro lado.
-¡Lo hicimos! -exclamó con entusiasmo.
-Sí, ¡sos más valiente de lo que pensabas! -dijo Tomás.
-Gracias, amigo! -Sonrió Cometín.
Después de cruzar el arroyo, llegaron a un campo lleno de flores. Cometín quedó maravillado.
-¡Nunca he visto flores tan hermosas! -dijo mientras olfateaba una.
-Podemos recoger algunas para llevar a tu hogar, si quieres -sugirió Tomás.
-
¡Me encantaría! Las puedo usar en mi próxima fiesta -respondió Cometín.
Mientras recolectaban flores, se dieron cuenta de que ya estaban cerca del lugar donde aterrizó el ovni. Tomás miró a su alrededor.
-Creo que estamos cerca. Solo queda unos metros más -dijo señalando unas rocas.
-
¿Crees que ahí estará mi nave? -preguntó Cometín ansioso.
-Solo hay una manera de averiguarlo. ¡Vamos! -dijo Tomás emocionado.
Corrieron juntos, y al asomarse detrás de las rocas, encontraron el ovni brillante y reluciente.
-¡Mi nave! -gritó Cometín, saltando de alegría.
-Tomás, al ver la alegría de su amigo, sonrió.
-Me alegra que la hayamos encontrado. ¿Estás listo para volver a Verdeceleste?
-
Sí, aunque te voy a extrañar -respondió Cometín con un brillo en los ojos.
-No te preocupes, siempre podrás volver a visitarme -dijo Tomás. -Y, ¿sabes qué? Siempre llevaré un poco de Verdeceleste en mi corazón.
-¡Eso sería maravilloso! -se emocionó Cometín. -Prometo enseñarte a hacer una fiesta marciana la próxima vez que vengas.
-
¡Trato hecho! -dijo Tomás mientras abrazaba a Cometín.
-
¡Hasta pronto, amigo! -Cometín subió a su ovni y se despidió con la mano mientras el ovni se elevaba en el cielo.
Y así, Cometín volvió a su hogar, lleno de recuerdos y nuevas amistades, mientras Tomás regresaba a su vida en la Tierra, llevándose un trocito de Verdeceleste en su corazón. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.