Una carrera de amistad
Había una vez en la ciudad de Autopista, un lugar donde los autos vivían y se divertían. En esa ciudad había una escuela llamada Escuela Veloz, donde los autos iban a aprender sobre carreras y velocidad.
En la Escuela Veloz, el profesor Turbo enseñaba a los autos todo lo que necesitaban saber para ser grandes corredores. Les explicaba sobre las diferentes partes de un auto, cómo funcionaban y cómo debían cuidarlas.
Un día, llegó un nuevo estudiante llamado Rayo. Rayo era un auto pequeño pero muy rápido. Estaba emocionado por aprender todo lo que pudiera en la escuela para convertirse en el mejor corredor.
El profesor Turbo comenzó a enseñarles a todos los autos sobre las técnicas de carrera. Les mostró cómo tomar las curvas correctamente sin salirse del camino y cómo acelerar rápidamente para llegar primero a la meta. Rayo prestaba mucha atención durante todas las lecciones y practicaba constantemente para mejorar sus habilidades.
A medida que pasaban los días, Rayo se volvía cada vez más rápido y hábil en la pista. Pero no todos estaban contentos con el éxito de Rayo.
El auto Trampolín, que siempre había sido considerado el mejor corredor de la escuela, estaba celoso de la habilidad de Rayo. Decidió hacerle una mala jugada para desanimarlo. Una tarde, cuando Rayo estaba practicando solo en la pista, Trampolín decidió sabotear su auto escondiéndole una pieza importante del motor.
Cuando Rayo salió a correr al día siguiente, su auto comenzó a fallar y no podía mantener la velocidad. Rayo se dio cuenta de que algo no estaba bien y decidió detenerse para revisar su motor.
Fue entonces cuando encontró la pieza que le faltaba. Aunque estaba frustrado, Rayo decidió no rendirse y buscar una solución.
Recordando las lecciones del profesor Turbo, Rayo utilizó su ingenio para improvisar una solución temporal y siguió corriendo con todas sus fuerzas. A pesar de los problemas en su auto, logró mantenerse en carrera y sorprendió a todos al llegar segundo en la competencia.
El profesor Turbo se dio cuenta de lo que había pasado y confrontó a Trampolín por su mal comportamiento. Le explicó que en lugar de tratar de derribar a otros, debía concentrarse en mejorar sus propias habilidades.
A partir de ese día, Trampolín cambió su actitud y comenzó a trabajar duro para superarse a sí mismo. Se disculpó con Rayo por lo ocurrido e incluso le pidió ayuda para mejorar como corredor. Con el tiempo, Trampolín se convirtió en un gran corredor gracias al apoyo y enseñanzas tanto del profesor Turbo como de Rayo.
Juntos demostraron que cuando trabajamos juntos y nos esforzamos por ser mejores cada día, podemos superar cualquier obstáculo. Y así, la Escuela Veloz siguió formando grandes corredores, donde todos aprendieron sobre trabajo en equipo, perseverancia y amistad.
Los autos entendieron que cada uno tiene habilidades únicas y que pueden ayudarse mutuamente a alcanzar el éxito. Fin
FIN.