Una Carrera de Amistad
Era un caluroso día en la sabana africana. El sol brillaba intensamente y todos los animales estaban disfrutando del hermoso paisaje. Sin embargo, en un rincón, un león llamado Leo estaba muy concentrado. Estaba mirando a una cebra llamada Zara que pastaba tranquilamente en la llanura.
"- ¡Esa cebra se ve deliciosa! La tengo que atrapar!" pensó Leo, relamiéndose la boca. Sin embargo, aunque Leo era el rey de la selva, a veces su curiosidad le jugaba en contra. En lugar de ser un depredador astuto, hoy estaba más interesado en hacer amigos.
Justo cuando Leo salió de su escondite y comenzó a correr, Zara se dio cuenta y comenzó a correr también. En su primera zancada, Leo se dio cuenta que algo no estaba bien.
"- ¡Espera!" gritó Leo, cansado por la carrera. "- No estoy tratando de comerme! Solo quería jugar. "
Zara se detuvo y dio la vuelta, mirándolo confundida. "- ¿Jugar? Pero, ¿no eres un león? Los leones no juegan con cebras!"
Leo, sabiendo que era cierto, se rascó la nuca. "- Sí, lo sé. Pero, ¿te imaginas lo divertido que sería? ¡Podríamos correr juntos y aprender unos de otros!"
Zara pensó por un momento y decidió que Leo parecía sincero. "- De acuerdo, entonces. Pero primero, ¡tenemos que establecer algunas reglas!"
"- Estoy de acuerdo. ¿Cuáles serán?" preguntó Leo, intrigado.
"- Primero, no te me acerques demasiado, porque no quiero asustarme. Segundo, me debes una carrera a través de la sabana, y el que gane elige el próximo juego. Y tercero, ¡prometamos que no nos haremos daño!" dijo Zara, mostrándose firme.
"- ¡Trato hecho!" exclamó Leo, entusiasmado.
Así, comenzaron su carrera. Leo corrió rápido, pero rápidamente se dio cuenta de que Zara era más ágil en su zigzagueo. Por un momento, el león comenzó a dudar de su habilidad para ganar.
"- ¡Vamos, Leo! ¡Eres el rey de la selva!" se animó a sí mismo. Con un esfuerzo, comenzó a aumentar la velocidad, mientras Zara saltaba y se movía como una flecha.
A medida que la carrera avanzaba, ambos animaban a sus amigos que veían la competencia. Las jirafas estiraban sus cuellos curiosos, los elefantes agitaban sus orejas, y hasta los monos aplaudían.
Finalmente, en un giro inesperado, Zara usó su ingenio y dio un salto sobre una roca, mientras Leo distraído la seguía.
"- ¡Gané!" gritó Zara, que había llegado primero a un pequeño árbol.
"- ¡No puedo creerlo!" dijo Leo, riendo. "-¡Sos increíble, Zara!"
Zara, emocionada por su victoria, decidió no ser competitiva. "- Gracias, pero en realidad fue una divertida carrera. No debería ser solo sobre ganar. ¡Nos divertimos los dos!"
"- Exactamente -respondió Leo-. Nunca pensé que correr con una cebra podría ser tan divertido. ¿Quieres juegar a otro juego ahora?"
"- ¡Sí! ¿Qué tal una competición de saltos?" propuso Zara. Los dos comenzaron a saltar y reír.
A medida que pasaba el día, Zara y Leo se hicieron grandes amigos. Cada nueva carrera era un reto en el que ambos aprendieron a confiar y respetar al otro. La cebra enseñó a Leo a ser más ágil, mientras que el león le mostró a Zara que ser un líder es más que solo ser fuerte.
En el ocaso, Zara dijo: "- Sabes, nunca pensé que un león sería mi amigo. "
"- Y yo nunca imaginé que una cebra pudiera ser tan divertida. " respondió Leo.
Así, a partir de ese día, la llanura se llenó de risas y carreras entre Zara y Leo. Y aunque eran diferentes, ambos aprendieron que la amistad puede florecer en los lugares más inesperados.
Y así, la sabana no solo vio al rey de la selva y a la alegre cebra correr, sino que también se convirtió en un lugar de alegría y compañerismo.
Fin.
FIN.