Una carrera inesperada



Érase una vez en un bosque encantado, vivían una liebre muy veloz y una tortuga un tanto lenta. La liebre siempre se burlaba de la tortuga por su lentitud, y un día decidieron desafiar sus diferencias en una carrera.

La liebre, confiada en su rapidez, aceptó el reto sin dudarlo. "¿Estás segura de que quieres correr contra mí?", se burlaba la liebre. "Sí, estoy segura. Aunque no sea tan veloz como tú, no me rindo", respondió la tortuga con determinación.

La noticia de la carrera se propagó por el bosque, y todos los animales se congregaron para presenciarla. La liebre, llena de arrogancia, corría a gran velocidad, dejando a la tortuga muy atrás.

Tan segura de su victoria, decidió descansar debajo de un árbol. "Tengo todo el tiempo del mundo, la tortuga ni siquiera podrá alcanzarme", pensó la liebre. Mientras tanto, la tortuga continuaba avanzando a su ritmo constante, sin perder la esperanza.

Pasado un tiempo, la liebre se despertó al escuchar los gritos de los animales. Para su sorpresa, la tortuga estaba a pocos metros de la meta. A pesar de su lentitud, la tortuga había llegado, superando a la liebre incrédula. "¿Cómo es posible?", exclamó la liebre avergonzada.

Los animales celebraron la victoria de la tortuga, quien les enseñó que la constancia y el esfuerzo valen más que la arrogancia y la rapidez.

Desde aquel día, la liebre aprendió a respetar a la tortuga y ambos se convirtieron en grandes amigos, demostrando que la verdadera grandeza no se mide por la velocidad sino por la determinación. Moraleja: La constancia y el esfuerzo son más valiosos que la arrogancia y la rapidez.

FIN.

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