Una Clase Inesperada



Érase una vez tres estudiantes de profesorado de matemática llamados Sofía, Tomás y Julián. Un día soleado, al llegar a la facultad, se encontraron con algo extraño. Sofía, que siempre estaba muy atenta, dijo:

- ¡Chicos! ¿Están seguros de que estamos en la clase correcta?

- Claro, Sofi, esto es el aula 203, como siempre - respondió Tomás, con confianza.

- Pero en el cartel dice ‘Clases de Historia’ - exclamó Julián, mirando la puerta.

Los tres miraron el cartel y se dieron cuenta de que, efectivamente, habían entrado en un aula equivocada. Sofía se asomó por la ventana y allí vio a un grupo de estudiantes extraños trabajando en proyectos, pero no parecía nada relacionado con matemáticas.

- Bueno, al menos podemos preguntar por el wifi - dijo Tomás, sacando su celular.

- ¡Ay, sí! Justo lo que necesitamos, internet para enviar nuestras tareas - añadió Julián, entusiasmado.

Los tres decidieron entrar y pedir ayuda. Cuando abrieron la puerta, una profesora de historia los miró con curiosidad.

- ¡Hola! - dijo la profesora, sorprendida. - ¿Qué hacen aquí? Esta es la clase de Historia.

- Perdón, nos confundimos de aula. ¿Podemos usar el wifi? - preguntó Sofía, algo nerviosa.

- Claro, pero primero cuenten: ¿qué les interesa de la Historia? - les respondió la profesora, sonriendo.

Los tres estudiantes se miraron, confundidos. No esperaban un examen sobre historia al momento de entrar. Julián, valiente como siempre, comenzó a hablar:

- A mí me fascina cómo los antiguos griegos usaban matemáticas en sus construcciones - interrumpió Sofía.

- ¡Eso es cierto! - acotó Tomás. - La geometría fue fundamental para crear el Partenón.

La profesora los miró sorprendida.

- ¡Increíble! Entonces, ¿saben que la historia está llena de matemáticas? Comencemos por aquí, ¡hagan un pequeño proyecto sobre cómo las matemáticas han moldeado la historia! - propuso, emocionada.

Los chicos se miraron entre sí, y aunque al principio se sintieron perdidos, pronto empezaron a entusiasmarse con la idea. Con la ayuda de la profesora, comenzaron a indagar sobre varios períodos históricos. Se sentaron en las mesas, sacaron sus laptops y, aunque sabían que solo querían wifi, se dejaron llevar por el hechizo de las historias del pasado.

Cuando la clase terminó, ya no querían salir.

- Chicos, esto fue muy copado - dijo Julián, emocionado.

- Sí! Aprendimos un montón sobre las matemáticas en otros contextos - añadió Sofía.

- Además, hagamos un mini proyecto de historia matemática para la próxima clase - sugirió Tomás, sonriendo.

Regresaron a su clase de matemáticas, pero ahora tenían una nueva perspectiva. La profesora de matemáticas quedó impactada al ver su trabajo.

- ¿Hicieron esto en una sola clase? - les preguntó, emocionada.

- Sí, nos confundimos pero aprendimos más de lo que imaginábamos - dijo Julián, sonriendo.

Desde ese día, Sofía, Tomás y Julián decidieron que si alguna vez se encontraban en una situación inesperada, lo tomarían como una oportunidad para aprender. Así, aprendieron que a veces, los errores pueden llevarnos a nuevas y emocionantes aventuras, llenas de conocimientos.

Desde entonces, los tres siempre estaban dispuestos a explorar más allá de lo que conocían, porque nunca se sabe qué maravillas pueden encontrar.

FIN.

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