una fábula sobre el respeto
En un frondoso bosque, vivía un sabio búho llamado Don Eulogio. Don Eulogio era un maestro respetado por todos los animales del bosque, ya que siempre impartía sus enseñanzas con sabiduría y paciencia.
Un día, una joven torcaza llamada Lola llegó al bosque en busca de conocimiento. Ella admiraba profundamente a Don Eulogio y anhelaba aprender de él. A pesar de su inexperiencia, Lola estaba decidida a demostrar su valía.
Al presenciar la determinación de Lola, Don Eulogio decidió darle una oportunidad. Le pidió que realizara tres tareas antes de aceptarla como su alumna. La primera tarea era recolectar bayas para un zorzal enfermo, la segunda era encontrar un riachuelo de agua clara para los patos del bosque y la tercera era tejer un nido para una pareja de mirlos.
Lola aceptó el desafío con entusiasmo y se dispuso a cumplir cada tarea con diligencia. Mientras recolectaba las bayas, se encontró con un zorro hambriento. A pesar del peligro, decidió compartir sus bayas con el zorro, ganándose su gratitud. Luego, buscó incansablemente hasta hallar el riachuelo de agua clara y ayudó a los patos a encontrarlo también. Por último, se esforzó por tejer un nido perfecto para los mirlos, utilizando su ingenio y creatividad.
Impresionado por la determinación y generosidad de Lola, Don Eulogio la aceptó como su alumna. Juntos, compartieron conocimientos y sabiduría, mientras enseñaban a los demás animales del bosque el valor del respeto y la solidaridad.
Con el tiempo, Lola se convirtió en una torcaza sabia y respetada, dispuesta a transmitir las enseñanzas de Don Eulogio a las generaciones futuras.
FIN.