Una fabula sobre gallos y gallinas
En un gran corral, vivían varios gallos y gallinas de diferentes colores, tamaños y personalidades. Había un gallo rojo llamado Panchito, quien era el más valiente y siempre estaba alardeando de sus hazañas. Al otro lado, estaba la gallina blanca llamada Clarita, que era muy inteligente y amable. En el corral también vivía el gallo negro Pepe, quien era tímido pero muy astuto.
Un día, llegó un nuevo habitante al corral: una gallina de color naranja llamada Valentina. Valentina era diferente a las demás gallinas; era más pequeña y tenía plumas de colores brillantes, lo que llamaba la atención de todos. Al principio, los otros gallos y gallinas la miraban con desconfianza y algunos incluso se burlaban de ella por ser diferente.
"Miren a esa gallina extraña, ¿de dónde habrá salido?" decía Panchito con burla.
"No le hagan caso, seguro que es débil y torpe por ser tan diferente," murmuraba una gallina en voz baja.
Pero Clarita y Pepe, en cambio, se acercaron a Valentina para conocerla. Descubrieron que, a pesar de ser diferente, Valentina era muy amigable y tenía un gran talento para encontrar comida y cuidar a las crías. Poco a poco, Valentina comenzó a ganarse el respeto de los demás con sus habilidades y su bondad.
Un día, cuando un zorro acechaba el corral, Panchito, Clarita, Pepe y Valentina unieron fuerzas para proteger a los pollitos. Panchito alzó la voz para distraer al zorro, Pepe ideó un plan astuto, Clarita les indicó a los demás qué hacer y Valentina escondió a los pollitos en un lugar seguro. Trabajando juntos, lograron espantar al zorro y salvar a los pollitos.
Después de ese día, los demás gallos y gallinas reconocieron que la diversidad de talentos y personalidades en el corral era lo que los había salvado. Aprendieron que cada uno, con sus diferencias, aportaba algo valioso al grupo. Panchito comprendió que el valor no solo se encuentra en la valentía, sino en la solidaridad y el trabajo en equipo. Valentina demostró que la diversidad es una fortaleza y no una debilidad. Desde ese día, en el corral reinó la armonía y el respeto entre todos, valorando las diferencias como algo enriquecedor para todos.
FIN.