Una familia disfuncionalmente funcional



En una pequeña casa de un barrio tranquilo, vivía una familia muy particular.

La mamá y el papá a menudo discutían por tonterías, el hijo y la hija pasaban el día peleando por el control remoto o quién tenía que lavar los platos, pero a pesar de todo, había una extraña armonía en esa familia.

En realidad, disfrutaban de esas discusiones y peleas, ya que, de alguna manera, les resultaba divertido y, aunque nadie lo admitiera, les gustaba discutir pasivamente y debatir en familia. Para ellos, toda esa dinámica era normal y los hacía sentir unidos.

Un día, la mamá propuso una idea emocionante: '¿Qué les parece si, en lugar de discutir y pelear, buscamos formas más divertidas de debatir y ponernos de acuerdo, como inventar historias o jugar juegos de mesa?' - sugería con una amplia sonrisa. Todos la miraron sorprendidos al principio, pero luego, al ver su entusiasmo, aceptaron participar.

A medida que pasaban los días, la familia experimentó un cambio sorprendente. Las discusiones y peleas se convirtieron en risas y diversión, y la casa se llenó de amor y comprensión.

Aprendieron a expresar sus opiniones de manera respetuosa, a escucharse unos a otros y a trabajar juntos para resolver problemas. La mamá, el papá, el hijo y la hija se convirtieron en un equipo unido, disfrutando de la compañía de cada uno. Descubrieron que podían ser disfuncionalmente funcionales de una manera mucho más positiva.

Su casa se volvió un lugar de armonía, aprendizaje y crecimiento. Y así, aquella familia encontró la verdadera felicidad, demostrando que, a pesar de las diferencias, siempre hay formas de unirse y fortalecer los lazos familiares.

FIN.

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