Una gata negra en la escuela



Era un día soleado en la escuela primaria del barrio. Los niños jugaban en el patio mientras la maestra Marta les contaba historias fascinantes. De repente, una gata negra apareció entre los arbustos, observando curiosamente a los alumnos.

- ¡Miren! ¡Una gata negra! - gritó Lucas, señalando a la felina.

- ¡Es muy linda! - exclamó Sofía, acercándose lentamente para acariciarla.

La gata, que parecía muy amigable, se dejó acariciar y maulló suavemente. Los niños, emocionados, comenzaron a rodearla.

- ¿Cómo le pondremos? - preguntó Juan.

- ¡Luz! - sugirió Valentina, con una gran sonrisa. - Porque trae suerte.

Desde ese día, Luz se convirtió en la mascota de la escuela. Cada mañana, los niños la esperaban en el patio para jugar con ella. Pero un día, durante el recreo, la maestra Marta escuchó un murmullo de preocupación entre sus alumnos.

- Maestro, dicen que las gatas negras dan mala suerte - comentó una niña.

La maestra, sorprendida, les respondió:

- Chicos, en muchas culturas creen en eso, pero en realidad, una gata negra no trae mala suerte. ¿No les parece que Luz es una gata muy especial?

Los chicos se miraron entre sí, confundidos.

- Pero... ¿y si tiene razón la abuela de Clara? - preguntó Lucas.

Marta sonrió y les propuso un juego.

- ¿Qué les parece si hacemos una investigación sobre las creencias y mitos que existen sobre los gatos? Así, decidimos juntos si Luz es de verdad de mala suerte o no.

Los niños aceptaron entusiasmados. Al día siguiente, trajeron libros nuevos y se pusieron a buscar información.

Durante la clase, descubrieron que en algunas culturas, las gatas negras son símbolo de buena fortuna, y que se les considera guardianas.

- ¡Miren esto! - dijo Valentina, mostrándoles una imagen de un antiguo faraón y su gata negra. - ¡Tenía una gata como Luz!

Los niños aprendieron que muchas personas tienen gatos negros como mascotas y que son adorables y queridos.

- Entonces, Luz no nos trae mala suerte - concluyó Sofía. - ¡Nos trae buena suerte!

Esa tarde, los niños decidieron hacer una fiesta sorpresa para Luz. Prepararon carteles y decoraciones. Cuando llegó el día, pusieron comida rica y juguetes nuevos en el patio.

- ¡Sorpresa, Luz! - gritaron todos al verla llegar.

Luz parecía feliz, saltando entre las risas de los niños. Desde ese momento, cada vez que alguien decía que las gatas negras eran de mala suerte, los niños se unían y contaban todo lo que habían aprendido para derribar ese mito.

- Luz es nuestra amiga, y trae alegría a nuestra escuela - decía Clara cada vez que alguien cuestionaba su presencia.

Los días pasaron, y la gata, con su dulzura, enseñó a los niños que lo importante son los corazones y las acciones, no las creencias sin fundamento. Así, en lugar de temer su pelaje negro, los niños aprendieron a mirar más allá de las apariencias.

Al final del año escolar, la maestra Marta organizó un pequeño festival en la escuela, donde cada clase presentaba lo que había aprendido. La clase de los niños eligió hablar sobre Luz y los mitos de las gatas negras.

- Y hoy les traemos una sorpresa - anunció Lucas. - ¡Invitamos a todos a unirse a nosotros en un abrazo por la amistad y la diversidad! Porque el color de Luz no determina si es buena o no.

Los padres, alumnos y hasta otros profesores se unieron al abrazo grupal, celebrando la inclusión y la comprensión.

- ¡Viva Luz! - gritaron todos juntos, mientras la gata se paseaba feliz entre ellos, disfrutando de los mimos y el cariño que le brindaban.

Desde ese día, la gata negra se convirtió en un símbolo de amistad y alegría en la escuela, recordándoles siempre que hay que romper los estigmas y abrazar la diversidad. Y así, Luz no solo trajo buenos momentos a sus días, sino también una lección de vida que nunca olvidarían.

FIN.

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