Una gran aventura escolar
Soledad era una niña muy alegre y curiosa a la que le encantaba ir a la escuela con sus compañeritos. Siempre llevaba consigo su mochila color rosa, la cual estaba llena de cuadernos, lápices de colores y su merienda favorita.
A la vuelta a su casa, Soledad siempre venía acompañada de su fiel amigo, Tarzán, un perro golden lleno de energía y amor.
"¡Adiós, mamá! ¡Nos vemos después!" exclamó Soledad al salir de su casa, con su mochila color rosa perfectamente ajustada a su espalda. "¡Diviértete en la escuela, hija!" le contestó su mamá con una gran sonrisa.
Mientras caminaba hacia la escuela, Soledad disfrutaba de la compañía de sus amigos y de charlar sobre las divertidas aventuras que habían tenido con Tarzán el día anterior. La mascota de Soledad solía acompañarla hasta la entrada de la escuela y allí se despedían con un tierno abrazo. "Hasta luego, Tarzán.
Te veo a la salida", le decía Soledad con cariño. En la escuela, Soledad participaba activamente en las clases, siempre con ánimo y entusiasmo. Aprendía mucho y disfrutaba de cada momento compartido con sus compañeros.
Al terminar el día, Soledad salía corriendo de la escuela emocionada por contarle a Tarzán todo lo que había aprendido. Tarzán la esperaba paciente, moviendo la cola con alegría al verla salir. Juntos emprendían el camino de regreso a casa, tarareando canciones y jugando sin parar.
En una de esas tardes, al regresar a casa, encontraron a una vecina con su gatito en apuros. El gato se había subido a un árbol y no sabía cómo bajar.
Soledad, con valentía, se acercó y comenzó a hablarle con dulzura al gatito, logrando que bajara con seguridad. La vecina, muy agradecida, le dijo: "¡Eres una niña muy valiente y amable, Soledad!". Soledad sonrió con orgullo y siguió su camino a casa, sabiendo que había hecho algo bueno.
Esta experiencia le enseñó a Soledad la importancia de ayudar a los demás y de ser amable con los animales. A partir de ese día, Soledad decidió que quería ser veterinaria cuando creciera, para ayudar a todos los animalitos que lo necesitaran.
Tarzán, por su parte, la miraba con ternura, orgulloso de tener a una niña tan valiente y compasiva como su compañera.
Desde entonces, Soledad y Tarzán siguieron viviendo grandes aventuras juntos, mostrando al mundo que la amistad verdadera y el espíritu solidario son la base para construir un mundo mejor.
FIN.