Una Guerra de Colores



En un pequeño pueblo llamado Colortown, los niños se reunían a jugar en el parque después de la escuela. Esta era una ciudad llena de risas, donde todos se querían y molestaban a veces, pero siempre en buena onda. Sin embargo, había una sombra oscura que se cernía sobre el pueblo: la Segunda Guerra Mundial había comenzado, y los adultos estaban preocupados.

Una tarde, mientras los niños jugaban al fútbol, un nuevo vecino llegó al barrio. Era un chico llamado Jhon, con una gran sonrisa y ojos curiosos. Tenía una forma especial de ver la vida y le gustaba mezclar colores para crear nuevas pinturas.

"Hola, soy Jhon, ¿puedo jugar con ustedes?" - dijo con entusiasmo.

Los chicos, sorprendidos por su llegada, lo miraron con escepticismo. Uno de ellos preguntó:

"Pero, ¿no tenés miedo de la guerra?"

Jhon sonrió y respondió: "La guerra puede traer tristeza, pero también puedo crear un mundo de colores. ¡Juguemos juntos y veamos cuánto podemos divertirnos!"

Sus palabras llenaron a los demás de curiosidad y decidieron darle una oportunidad. Mientras jugaban, empezaron a notar que la energía de Jhon era contagiosa. Pronto, el barrio se llenó de risas y más colores, ya que él les enseñó a mezclar pintura.

"¿Vieron? Cada color tiene su propio poder y juntos podemos hacer algo increíble" - dijo Jhon mientras mostraba cómo mezclar el azul con el amarillo para obtener un verde radiante.

Sin embargo, un día, recibieron la noticia de que un amigo de uno de los niños había tenido que irse a la guerra. Esto los sumió en la tristeza.

"¿Por qué somos tan diferentes y pelean entre ellos?" - preguntó una niña llamada Sofía, mientras se secaba las lágrimas con la manga.

Jhon, muy atento, reflexionó y les habló de su propia familia.

"A veces, la gente no se entiende y eso puede llevar a malas decisiones, pero eso no significa que no podamos ser amigos. Podemos aprender unos de otros y usar nuestro poder de colores para unir a las personas".

Con esa idea en mente, decidieron organizar un evento en el parque, llamado "El Festival de los Colores". Invitaron a todos los vecinos, con la esperanza de que, a través del arte y la diversión, pudieran construir un vínculo más fuerte entre todos.

Para promocionar el festival, Jhon y su grupo crearon enormes carteles de varios colores y trabajaron incansablemente para preparar diferentes actividades.

"¡Vamos a pintar un mural gigante que represente la paz!" - propuso Jhon.

El día del festival, las familias llegaron con sonrisas, ansiosas de ser parte de este maravilloso evento. Desde el primer momento, el ambiente era de celebración. Los chicos pintaron, bailaron y jugaron, convirtiendo el parque en un lugar lleno de colores.

En el mural, representaron a todos los niños del pueblo en armonía, con un mensaje en el medio que decía: "La paz en nuestros corazones". La creación del mural fue un momento mágico, donde todos colaboraron, independientemente de sus diferencias.

Al final de la jornada, Jhon se sintió muy feliz al ver cómo un simple festival de colores logró unir al pueblo.

"Lo logramos, amigos, ¡la guerra puede separar, pero el amor y la amistad son más fuertes!" - exclamó.

Los adultos, al ver la alegría de sus hijos, empezaron a entender que la unión en el amor y el respeto por los demás era el verdadero camino hacia la paz.

Y aunque la guerra continuaba en el mundo exterior, Colortown se llenó de esperanza y colores, con Jhon como el faro de luz para todos.

A partir de entonces, los niños aprendieron a valorar la amistad y la diversidad. Y así, Colortown no se rindió ante la oscuridad del conflicto, sino que se convirtió en un ejemplo de paz y unidad que perduraría para siempre en el corazón de sus habitantes.

FIN.

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