Una historia cautivadora


Había una vez en un bosque encantado

una niña llamada Rosita, con un carácter destacado.

Su abuelita, Doña Juana, vivía en el lugar,

y le enseñó a Rosita cómo la vida afrontar.

Un día, Doña Juana enfermó en su hogar,

y le pidió a Rosita llevarle un poco de jengibre natural.

"Rosita, querida, ten cuidado en el bosque,

que el lobo feroz puede ser un gran escollo y un reproche".

"No se preocupe, abuelita, estaré atenta y a salvo,

ya que soy una niña inteligente y no me dejo llevar por el halago".

Así partió Rosita con su cesta en la mano,

siguiendo el sendero con paso firme y sobrehumano.

En el camino se encontró con el lobo astuto,

quien le preguntó adónde iba, algo en absoluto.

"Voy a llevarle jengibre a mi abuelita querida,

porque es lo correcto y así la vida se enriquece y estira".

El lobo, impresionado por su convicción y valentía,

le ofreció un consejo para llegar a la casa con armonía.

"Toma el camino largo, lleno de flores y color,

y disfruta del viaje, sin prisa ni temor".

Rosita agradeció al lobo por su amabilidad,

y siguió su camino con determinación y estabilidad.

Al llegar a la casa, abrazó a Doña Juana con amor,

y le dio el jengibre, llenando el ambiente de dulzor.

Doña Juana se recuperó y juntas festejaron la vida,

agradeciendo a Rosita por su valentía y la ayuda recibida.

Y así, Rosita aprendió que con bondad y convicción,

puede enfrentar desafíos y llevar a cabo su misión.

Y el lobo, por su parte, aprendió que la amabilidad

siempre trae consigo una recompensa y una afinidad.

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