Una historia de adaptación
Había una vez una encantadora familia compuesta por papá, mamá, un perro travieso llamado Oreo, la tierna abuela y un niño muy hablador que adoraba el helado y las hamburguesas.
Vivían en un alegre barrio donde el sol siempre brillaba y los vecinos eran como una gran familia. Pero un día, el papá recibió una oferta de trabajo en otra ciudad y la familia tuvo que mudarse.
Al principio, el niño se puso triste porque extrañaría a sus amigos y su lugar favorito para tomar helado. - '¿Por qué nos tenemos que ir? ¡Aquí somos tan felices!', se quejaba el niño.
- 'Entiendo que te preocupe el cambio, pero podemos hacer que esta nueva etapa también sea maravillosa', dijo mamá con ternura. El viaje a la nueva ciudad fue emocionante, Oreo disfrutó asomando su carita por la ventanilla del auto, y la abuela contaba chistes para alegrar el trayecto.
Al llegar, descubrieron que la nueva ciudad también tenía parques, heladerías e incluso un río cerca de su casa. Papá empezó a trabajar y todos se adaptaron a su nuevo hogar. El niño conoció a otros pequeños en el parque y pronto se divirtió como nunca antes.
- 'Mamá, me encanta este lugar. ¡Ha sido una aventura!' exclamó con una sonrisa. Con el tiempo, la familia formó nuevas amistades y el niño descubrió que la felicidad no estaba atada a un solo lugar.
- 'Mira, aún podemos tomar helado y hamburguesas, pero ahora lo haremos con nuevos amigos', dijo mamá. La familia aprendió que la felicidad está en los lazos que se crean, las aventuras que se viven y la actitud positiva ante los cambios.
El niño comprendió que aprender a adaptarse es una valiosa lección. Y Oreo descubrió que cada lugar tiene sus propias travesuras por descubrir.
Así, la familia encontró la felicidad en su nuevo hogar y la llevó consigo a donde quiera que fueran, recordando siempre que juntos podían superar cualquier desafío.
FIN.