Una historia de adopción y diversidad
En la gélida tierra de la Antártida vivía una familia de osos polares compuesta por Mamá Osa, Papá Oso y sus dos cachorros, Luna y Max. Un día, mientras paseaban por el blanco paisaje, encontraron un huevo solitario y tembloroso.
Al acercarse, descubrieron que era un huevo de pingüino. Mamá Osa, con su corazón amoroso, decidió cuidarlo y protegerlo como si fuese suyo.
Pasaron los días y finalmente el huevo eclosionó, revelando a una pequeña pingüina a la que llamaron Pippa. A pesar de ser diferente, Pippa creció amada y feliz, aprendiendo a deslizarse por el hielo con sus hermanos osos. Sin embargo, un día, Pippa planteó a sus padres la tristeza que sentía al no ser como los demás.
Mamá Osa, con sabias palabras, le explicó que la diversidad es lo que hace al mundo hermoso, y que el amor de su familia trascendía cualquier diferencia.
Pippa comprendió que su singularidad era su mayor fortaleza, y que el amor no entiende de especies, colores o tamaños. Decidió entonces compartir su historia con otros animales que se sentían diferentes, inspirándolos a aceptarse y amarse mutuamente.
Desde ese día, Pippa se convirtió en un símbolo de diversidad y amor en la Antártida, demostrando que la verdadera familia es aquella que nos ama tal como somos.
FIN.