Una historia de amistad



Había una vez en un pequeño pueblo, una niña llamada Lola que vivía con su gato Mishi en una casa muy especial.

En el dormitorio de Lola, había un gran armario lleno de juguetes y libros, pero lo que más le gustaba a Lola era su pelota de colores brillantes. Un día, mientras Lola estaba jugando con su pelota en el jardín, vio a un conejo blanco correteando por el césped.

El conejo parecía perdido y asustado, así que Lola decidió acercarse para ayudarlo. El conejo se llamaba Copito y le contó a Lola que se había separado de su familia y no sabía cómo regresar a casa.

Lola sintió mucha empatía por Copito y decidió llevarlo a su habitación para protegerlo. Cuando entraron al dormitorio, Mishi el gato miraba con curiosidad al nuevo amigo de Lola.

Al principio, Mishi estaba un poco celoso de la atención que recibía Copito, pero luego recordó lo importante que era ayudar a los demás y decidió unirse al grupo. "¡Hola Copito! Soy Mishi, ¿cómo estás?", maulló Mishi con amabilidad. "¡Hola! ¡Gracias por ayudarme!", respondió emocionado Copito.

Lola tuvo una idea brillante: organizaron un plan para encontrar la madriguera de la familia de Copito. Decidieron usar la pelota colorida como señal para guiarlos de regreso al bosque donde vivían los conejos.

Con ingenio y trabajo en equipo, lograron llegar hasta la madriguera antes del anochecer. Al encontrarse con la familia de Copito, todos estaban felices y agradecidos por haberlo encontrado sano y salvo.

La mamá coneja abrazó a Lola, Mishi y Copito con cariño mientras les ofrecía zanahorias frescas como muestra de gratitud. "¡Gracias por traer a nuestro hijo de vuelta! ¡Son unos verdaderos amigos!", dijo la mamá coneja emocionada. "Ha sido un placer ayudarlos", respondió sonriente Lola.

Después de despedirse cálidamente de la familia Conejil, Lola regresó a casa junto a Mishi sintiéndose feliz por haber hecho una buena acción. Esa noche en su dormitorio antes de dormir, pensó en lo importante que es ser amable y solidario con los demás.

Desde ese día en adelante, cada vez que veía jugar a Mishi con la pelota colorida recordaba la aventura vivida junto al gato valiente y el simpático Conejito blanco llamado Copito.

Y es así como aprendió que las buenas acciones siempre traen consigo grandes alegrías y nuevas amistades inesperadas.

FIN.

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