Una historia de amistad


En una tranquila casa en el barrio, vivía el gato Michi y el perro Coco. Michi era un gato curioso y alegre, mientras que Coco era un perro lleno de energía.

A pesar de sus diferencias, eran grandes amigos y les encantaba pasar tiempo juntos. Un día soleado, Michi se acercó a Coco y le dijo: - Coco, ¿quieres jugar conmigo? - ¡Claro Michi! ¿Qué juego se te ocurre? - respondió Coco con entusiasmo.

Michi pensó por un momento y luego propuso: - ¿Qué tal si jugamos a las escondidas en el jardín? - ¡Me encanta esa idea! Vamos a jugar - exclamó Coco emocionado. Ambos se pusieron de acuerdo para empezar el juego.

Michi, con su agilidad felina, se escondió entre las plantas del jardín, mientras Coco contaba hasta diez. El perro Coco buscó y buscó por todo el jardín, pero no lograba encontrar a Michi.

Finalmente, Michi asomó su cabeza por detrás de una maceta y dijo: - ¡Aquí estoy Coco! ¡Me encontraste! Coco se rió y exclamó: - ¡Buen trabajo Michi, eres muy bueno en esconderte! Después de jugar a las escondidas, Coco propuso: - Ahora quiero enseñarte a jugar a atrapar la pelota, Michi.

Michi nunca había jugado a eso, pero estaba dispuesto a aprender. Coco le explicó cómo se jugaba y lanzó la pelota. Michi, con su agilidad felina, saltó y logró atrapar la pelota en el aire.

- ¡Lo lograste Michi, muy bien! Eres genial jugando a atrapar la pelota - felicitó Coco emocionado. Así, Michi y Coco pasaron toda la tarde jugando y divirtiéndose juntos.

Aprendieron que, a pesar de tener diferentes habilidades, podían disfrutar de juegos juntos y aprender el uno del otro. Desde ese día, Michi y Coco se volvieron inseparables, compartiendo risas, juegos y mucha diversión. Su amistad era un ejemplo de cómo las diferencias no importan cuando hay amor y diversión de por medio.

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