Una historia de amistad y empatía



Había una vez un niño llamado Sagul, que tenía 10 años y siempre se portaba mal en el colegio. No importaba cuántas veces le dijeran los maestros o sus padres que debía comportarse adecuadamente, él simplemente no lo entendía.

Un día, mientras caminaba por el parque después de la escuela, Sagul encontró a un perro abandonado. El pobre animal estaba sucio y hambriento, así que el niño decidió llevarlo a su casa.

Le puso por nombre —"Pelusa"  y se convirtieron en los mejores amigos. A medida que pasaban los días, Pelusa enseñó a Sagul algo muy importante: la empatía.

El niño comenzó a darse cuenta de cómo se sentían las personas y los animales cuando eran tratados mal. Comenzó a entender que sus acciones tenían consecuencias para otros. Un día en el colegio, mientras todos estaban jugando en el recreo, Sagul vio a su compañero Pedro solo en un rincón del patio.

Se acercó y le preguntó qué le pasaba. "No tengo con quién jugar", respondió tristemente Pedro. Sagul recordó cómo se había sentido cuando Pelusa estaba solo y sin hogar. Decidió hacer algo al respecto.

Invitó a Pedro a jugar con él y sus amigos durante todo el recreo. A partir de ese momento, Sagul comenzó a ser más empático con todos en la escuela.

Ayudaba a sus compañeros cuando tenían dificultades con las tareas escolares e incluso compartía su merienda cuando alguien olvidaba la suya. Poco a poco, todos empezaron a notar el cambio en Sagul. Sus maestros lo felicitaban por su buen comportamiento y sus compañeros se acercaban a él para pedirle consejos o simplemente para hablar.

Un día, mientras caminaba de regreso a casa después del colegio, Sagul vio a un niño nuevo llorando en la puerta de la escuela. Se llamaba Juan y estaba asustado porque no conocía a nadie.

Sagul recordó cómo se había sentido cuando Pelusa llegó a su vida y decidió ayudar a Juan. Se acercó, le sonrió y le dijo:"Hola, soy Sagul. ¿Quieres ser mi amigo?"Juan secó sus lágrimas y asintió con la cabeza.

A partir de ese momento, Sagul entendió que la empatía no solo era importante para ayudar a los demás, sino también para hacer amigos nuevos y maravillosos.

Y así fue como Sagul aprendió el valor de la empatía gracias a su fiel amigo Pelusa. Juntos demostraron que pequeños actos de bondad pueden hacer una gran diferencia en el mundo.

Desde aquel día, Sagul nunca volvió a portarse mal en el colegio, porque ahora sabía lo importante que era ponerse en el lugar de los demás y tratarlos con amabilidad y respeto. Fin

FIN.

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