Una historia de amistad y solidaridad
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Mascota, un perro muy especial llamado Pelusa. Pelusa era conocido por su pelaje largo y esponjoso que lo hacía lucir como una nube de algodón.
Sin embargo, un día algo inesperado sucedió: Pelusa empezó a rascarse sin parar. ¡Tenía pulgas! La mamá de Pelusa, doña Tita, se preocupó mucho al ver a su querida mascota tan incómoda.
Sabía que tenía que hacer algo al respecto para ayudar a Pelusa a deshacerse de esas molestas pulgas. "¡Ay, Pelusa! Parece que tienes pulgas, no te preocupes, buscaremos la manera de solucionarlo", dijo doña Tita con cariño.
Pelusa asintió con tristeza y le dio las gracias a su mamá por querer ayudarlo. Juntos se dirigieron a la veterinaria del pueblo, la doctora Lulú, quien les dio un shampoo especial y unas recomendaciones para eliminar las pulgas.
"Pelusa, primero te daré un baño con este shampoo para matar las pulgas. Después tendrás que mantener limpia tu cucha y lavar tus juguetes para evitar que regresen", explicó la doctora Lulú. Pelusa siguió al pie de la letra todas las indicaciones de la doctora Lulú.
Se bañaba con su nuevo shampoo regularmente, limpiaba su cucha todos los días y lavaba sus juguetes favoritos. Poco a poco, las pulgas desaparecieron y Pelusa volvió a ser el perro feliz y saludable que solía ser.
Pero la historia no termina ahí. Un día mientras paseaba por el parque del pueblo, Pelusa escuchó unos maullidos lastimeros provenientes de unos arbustos cercanos. Al acercarse descubrió a un gatito callejero atrapado entre las ramas.
"¡Miau! ¡Por favor ayúdame!", maullaba el gatito con miedo. Sin dudarlo ni un segundo, Pelusa empezó a empujar con todas sus fuerzas los arbustos hasta lograr abrirle paso al gatito para que pudiera salir ileso.
"¡Gracias por salvarme!", dijo el gatito entre lágrimas de alegría. Desde ese día, Pelusa y el gatito se convirtieron en grandes amigos inseparables.
Juntos recorrían el pueblo ayudando a otros animales necesitados y enseñando sobre la importancia del cuidado personal e higiene para prevenir problemas como las pulgas. Y así fue como Pelusa aprendió una valiosa lección: incluso en los momentos más difíciles o incómodos, siempre hay una oportunidad para ayudar a alguien más y hacer del mundo un lugar mejor para todos los seres vivos.
FIN.