Una Historia de Amor en la Cancha



Había una vez una gallinita llamada Clara que vivía en una granja cercana a la ciudad. Clara era muy apasionada por el fútbol y soñaba con ir a ver un partido en la cancha. Pero había un problema: no sabía cómo conseguir entradas.

Un día, mientras picoteaba granos de maíz, escuchó un programa de radio donde anunciaban un concurso. "¡Podés ganar entradas para el partido de tu equipo favorito! Solo tenés que enviar un mensaje contándonos por qué querés ir". Clara, emocionada, decidió intentar su suerte.

"¡Voy a escribirles!", pensó, y con mucha concentración escribió:

"Hola, soy Clara, una gallinita fanática del fútbol. Siempre miro los partidos por la televisión y me encantaría vivir la emoción en la cancha. ¡Espero ganar!".

Al día siguiente, mientras picoteaba en el gallinero, sonó su celular. Era una llamada del programa de radio.

"¡Clara! Felicitaciones, has ganado las entradas para el partido de esta noche!" resaltó el locutor lleno de emoción.

Clara no podía creerlo. Estaba tan feliz que comenzó a bailar en círculos. Cuando llegó la noche, se preparó con su mejor pordeo y salió volando hacia la cancha.

Al llegar, la cancha estaba repleta de hinchas animando a sus equipos. Clara avanzó con mucha alegría, pero de repente se topó con algo grande y escamoso. ¡Era un tiburón!"¡Ay, perdón! No te vi", se disculpó Clara asustada.

"No hay problema" respondió el tiburón con una voz profunda y amigable. "Soy Timo, el tiburón. ¿Y vos quién sos?".

"Soy Clara, una gallinita que vino a ver el partido".

Los dos comenzaron a charlar y rápidamente se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común, como su amor por el fútbol y la alegría de vivir aventuras. Mientras el partido comenzaba, Timo le dijo:

"¿Te gustaría que viéramos el partido juntos?".

Clara, emocionada, aceptó. A medida que el juego avanzaba, gritaron, rieron y se animaron mutuamente. Pronto, no solo estaban disfrutando del partido, sino que también se sintieron cada vez más cerca.

Sin embargo, a medida que avanzaba el juego, Clara comenzó a sentir un poco de nervios.

"Timo, ¿no crees que es raro que una gallina y un tiburón sean amigos?" preguntó Clara con inquietud.

"Para nada, Clara. Lo importante es lo que sentimos y lo que compartimos. La verdadera amistad no tiene barreras".

Clara sonrió al escuchar esas palabras. Desde ese día, Clara y Timo decidieron seguir viéndose, no solo en los partidos, sino también en sus aventuras. Hicieron un trato: a cada partido en la cancha que asistieran juntos, se llevarían una bolsa de maíz y un poco de agua del mar para compartir.

Con el tiempo, los demás animales de la granja también comenzaron a aceptar su amistad. Al principio se reían de ellos, pero Clara y Timo demostraron que las diferencias no importan si el amor y la amistad son genuinos.

Así, un día, Clara le dijo a Timo:

"Siento que nuestra amistad es especial, ¿te gustaría ir a conocer las olas del mar juntos?".

"¡Me encantaría!" respondió Timo. Fue entonces cuando decidieron vivir una nueva aventura. Clara voló hacia el mar, y con la ayuda de Timo, se zambulló en las olas. Aprendió a disfrutar del agua y de las maravillas del océano.

Juntos, Clara y Timo no solo vivieron grandes momentos en la cancha, sino que también exploraron el mundo, descubriendo que la verdadera amistad no tiene límites.

Y así, Clara la gallinita y Timo el tiburón siguieron compartiendo su amor por el fútbol y construyendo su valiosa amistad, demostrando que la diferencia entre ellos solo hacía su unión más fuerte. ¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!

FIN.

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