Una historia de amor y crecimiento
Amanda era una bebé hermosa, con apenas 27 días de vida. Sus ojos grandes y curiosos miraban a su papá, Agustín, mientras él le cantaba suavemente. Magdalena, su mamá, la acunaba con dulzura.
Amanda se sentía amada y segura en brazos de sus padres, y cada día era una aventura llena de nuevas experiencias y descubrimientos. Un día, mientras paseaban por el jardín, un pajarito se posó frente a ellos.
- Mira, Amanda, es un pajarito, ¿ves sus colores? - dijo Agustín emocionado. Amanda abrió mucho los ojos y emitió un sonido que parecía ser su risita.
A medida que Amanda crecía, sus padres le mostraban el mundo que la rodeaba, enseñándole sobre la importancia del amor, la amistad y la bondad. Un día, mientras estaban en el parque, Amanda vio a un niño triste que estaba solo en un rincón. - Mami, papi, ¿por qué ese niño no sonríe? - preguntó con curiosidad.
Magdalena se acercó al niño y descubrió que se sentía solo porque no tenía con quién jugar. Entonces, Amanda extendió sus bracitos hacia el niño y emitió sonidos tiernos. El niño se acercó con curiosidad, y pronto estaban riendo y jugando juntos.
Desde ese día, Amanda aprendió que un gesto amable puede cambiar el día de alguien. A medida que pasaba el tiempo, Amanda creció y descubrió que cada persona es única, con sus propias virtudes y talentos.
Sus padres la alentaron a explorar sus intereses y a ser valiente ante los desafíos. En su primer día de escuela, Amanda se sintió un poco nerviosa, pero recordó las palabras de sus padres: “Eres fuerte y capaz, siempre estaremos contigo”.
Con esas palabras en su corazón, Amanda enfrentó cada desafío con determinación. Ahora, Amanda es una niña valiente, amable y curiosa, que siempre busca nuevas aventuras.
Siempre recordará el amor de sus padres, que la acompañó en su viaje de crecimiento y la ayudó a convertirse en la maravillosa persona que es hoy.
FIN.