Una historia de compasión y amistad
Había una vez en un reino lejano, una hermosa princesa llamada Valentina. Vivía en un imponente castillo junto a su padre, el rey, y siempre soñaba con encontrar al príncipe de sus sueños.
Pero había un problema: cada vez que salía del castillo, se encontraba con un lobo feroz que la asustaba. Un día, cansada de vivir con miedo, decidió enfrentar al lobo y buscar una solución.
Se adentró en el bosque oscuro y lluvioso decidida a descubrir qué escondía aquel temible animal. En su camino se encontró con un joven príncipe llamado Mateo. Él también estaba buscando respuestas sobre el lobo que atemorizaba a todos en el reino.
Juntos decidieron seguir adelante y enfrentar sus miedos. Caminaron por horas hasta llegar a una cueva donde se suponía vivía el lobo. Al entrar, se sorprendieron al verlo acurrucado en un rincón, triste y herido.
La princesa no pudo evitar sentir compasión por él y decidió acercarse lentamente mientras le hablaba suavemente: "-Hola lobo, ¿por qué nos asustas tanto? ¿Qué te ha pasado?"El lobo levantó la mirada y entre sollozos respondió: "-Nadie nunca me ha dado amor ni comprensión.
Siempre me han temido por mi apariencia". Valentina comprendió entonces que ese lobo solo necesitaba cariño y cuidado. Le ofreció su mano para curar sus heridas mientras decía: "-No tengas miedo, lobo. A partir de ahora, seremos tus amigos y te cuidaremos".
El príncipe Mateo también se acercó al lobo y le extendió la mano: "-No debes temer más, amigo lobo. Juntos podemos cambiar nuestro destino y demostrar que las apariencias no importan".
Con el paso del tiempo, Valentina, Mateo y el lobo se volvieron inseparables. Descubrieron que el bosque no era un lugar peligroso como creían, sino un hermoso escenario lleno de vida y aventuras. La noticia sobre esta peculiar amistad se esparció por todo el reino.
La gente comenzó a darse cuenta de que juzgar por las apariencias era injusto y aprendieron a aceptar a todos tal como eran. La princesa Valentina entendió entonces que el amor y la compasión pueden transformar incluso al ser más temible.
El reino vivió en armonía gracias a su valentía para enfrentar sus miedos y su nobleza para perdonar.
Y así fue como la historia de Valentina, Mateo y el lobo enseñó a todos los niños del reino una valiosa lección: nunca juzgues por las apariencias, porque dentro de cada uno puede haber un corazón lleno de bondad esperando ser descubierto.
Desde aquel día en adelante, la princesa Valentina siempre recordaría con cariño aquella lluviosa tarde en el bosque donde encontró verdaderos amigos e hizo del mundo un lugar mejor para vivir.
FIN.