Una historia de inclusión y descubrimiento


La llegada de la pequeña Sofía fue un gran cambio para la familia. El papá, que estaba acostumbrado a jugar con su hijo, se preguntaba cómo podría involucrar a su hija en sus juegos.

Un día, mientras construían un castillo de bloques, el papá le preguntó a su hijo: "¿Qué podemos hacer para que tu hermanita también juegue con nosotros?". El niño pensó por un momento y dijo: "Podemos construirle una casita de muñecas".

El papá sonrió y aceptó el desafío. Juntos buscaron materiales y herramientas para comenzar la construcción. Fue difícil al principio porque no estaban acostumbrados a trabajar en una escala tan pequeña, pero poco a poco fueron mejorando.

Mientras tanto, Sofía observaba atentamente todo lo que hacían. Un día decidió ayudarlos y comenzó a pegar los muebles dentro de la casita de muñecas. "- ¡Miren! -exclamó el niño-, Sofi está jugando con nosotros".

Desde ese día, los tres pasaron horas construyendo autos y ciudades para sus muñecos y peluches. El papá se dio cuenta de que no importaba si era un niño o una niña, lo importante era compartir tiempo juntos y fomentar su creatividad e imaginación.

Un día, mientras jugaban en el jardín, encontraron una mariposa herida. Los niños querían cuidarla pero no sabían cómo hacerlo. Entonces el papá les propuso llevarla al veterinario de animales pequeños del barrio. Allí conocieron al Dr.

Luis quien les enseñó cómo cuidar a la mariposa y les explicó la importancia de respetar a los animales y el medio ambiente. A partir de ese día, los tres comenzaron a investigar sobre las plantas y los animales que vivían en su jardín.

Descubrieron un mundo nuevo lleno de colores y sonidos. La llegada de Sofía no solo había cambiado su forma de jugar, sino también había abierto una nueva puerta para explorar juntos el mundo que los rodeaba.

Y así, esta familia aprendió que en la vida siempre habrá nuevos desafíos pero si se mantienen unidos podrán superarlos juntos.

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