Una lección de amistad



En la clase de segundo B, los niños estaban muy emocionados porque habían decidido adoptar un perro de peluche al que llamaron Pompón.

La señorita Mariana les explicó que Pompón sería el nuevo compañero de aventuras de la clase y que cada fin de semana un niño se lo llevaría a casa para cuidarlo y jugar con él. -¡Qué emoción! ¡Yo quiero ser el primero en llevar a Pompón a mi casa! -exclamó Martín, un niño muy inquieto.

-¡Tranquilo Martín! Todos van a tener su oportunidad. Hoy vamos a hacer una lista para organizar quién se lleva a Pompón cada fin de semana -dijo la señorita Mariana con una sonrisa.

Los días pasaron y finalmente llegó el viernes, día en que Martina fue la elegida para llevarse a Pompón a su casa. Estaba tan feliz que no podía parar de sonreír.

Al llegar a su hogar, le mostró su habitación al perrito de peluche y juntos comenzaron a jugar. "Pompón, ¿te gustaría conocer mi colección de juguetes?" -preguntó Martina emocionada. Pompón asintió con entusiasmo y juntos exploraron todos los rincones del cuarto.

De repente, Martina recordó algo importante: ¡había olvidado darle agua a Pompón!"¡Oh no! ¡Pompón debe estar sediento después de tanto juego! Voy corriendo por un vaso con agua" -dijo Martina mientras se dirigía hacia la cocina.

Después de beber agua fresca, Pompón y Martina continuaron jugando hasta que llegó la hora de dormir. Martina arropó cariñosamente al perrito de peluche y le susurró buenas noches antes de quedarse profundamente dormida. Al día siguiente, era hora de regresar a la escuela con Pompón.

Los demás niños estaban ansiosos por escuchar cómo había sido la primera noche en casa de Martina. "¡Fue increíble!" -exclamó Martina emocionada-. "Pudimos jugar mucho, tomamos agua fresca juntos y luego compartimos historias antes de dormir".

La señorita Mariana estaba muy contenta al escuchar las palabras de Martina. Había sido maravilloso ver cómo los niños aprendían sobre responsabilidad y cuidado gracias a la presencia del pequeño perrito de peluche en sus vidas.

Los días pasaron y cada niño tuvo la oportunidad de llevarse a Pompón a casa. Descubrieron lo importante que era cuidar bien al nuevo amigo e incluso crearon un diario donde registraban todas las aventuras vividas junto al travieso perrito.

Al final del año escolar, los niños despidieron con tristeza a Pompón sabiendo que siempre tendrían en sus corazones los recuerdos felices compartidos junto al adorable perro de peluche que había enseñado grandes lecciones sobre amor, amistad y responsabilidad.

Y así, entre risas y abrazos, terminaba esta hermosa historia llena magia e ilusión en el salón 2B junto con la querida señorita Mariana.

FIN.

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