Una Lección de Amistad
En un hermoso bosque donde los árboles susurraban al viento, vivía un conejo llamado Tito. Tito era conocido por ser un conejo muy amable y generoso. Todos los días, recolectaba zanahorias y lechugas frescas y se las compartía a sus amigos del bosque. Un día, mientras Tito estaba en su rincón favorito del bosque, notó que un zorro astuto se acercaba sigilosamente.
"¡Hola, Tito!" - dijo el Zorro, sonriendo con picardía. "¿Qué tal si compartís un poco de tu deliciosa comida conmigo? He estado buscando comida y no he tenido suerte."
Al principio, Tito era cauteloso. Había oído historias sobre los zorros que engañaban a los animales del bosque para que los dejaran solos y después robaban su comida. Sin embargo, el Zorro parecía tan amigable y desamparado que decidió darle una oportunidad.
"Bueno, podés probar un poco de zanahoria, pero solo un poquito. ¡No tengo mucha!" - afirmó Tito.
El Zorro comió gustosamente. "¡Gracias, Tito! Eres tan generoso. Como muestra de agradecimiento, me gustaría ayudarte a recolectar más comida. ¿Te parece bien?"
Tito, emocionado por tener un nuevo amigo, aceptó la oferta del Zorro. Juntos empezaron a recolectar comida. Sin embargo, a medida que pasaban los días, el Zorro iba ganándose más y más la confianza de Tito. Reían y jugaban juntos, y Tito comenzó a contar sus secretos y sueños al Zorro, quien siempre le decía lo inteligente que era.
Pero un día, cuando Tito regresaba a su casa, notó que su despensa estaba completamente vacía. Todas sus zanahorias y lechugas habían desaparecido. Se puso muy triste y buscó por todo el bosque, preguntándole a todos sus amigos si habían visto a su comida. Nadie sabía nada.
Luego, en una pequeña parte del bosque, encontró al Zorro con un gran montón de zanahorias. "¡Zorro! ¿Qué significa esto? ¿Robaste mi comida?" - gritó Tito, muy confundido.
El Zorro, sorprendido por la acusación, respondió: "No, Tito, no es lo que creés. Estas zanahorias son para nosotros. Solo estoy guardando comida para el invierno. Ya no te necesito. Tú eres un conejo generoso, y eso me ha hecho querer ser parte de todo."
Tito se sintió traicionado. "Pero, ¿cómo pudiste hacerme esto? Te confié mis secretos, ¡y ahora me robaste!" El Zorro, viendo la tristeza en los ojos de Tito, comenzó a sentirse mal. Nunca había querido lastimarlo.
"Lo siento, Tito. Me dejé llevar por la avaricia. Pero no lo haré más. Haré todo lo posible para enmendar mi error."
Sin embargo, Tito no sabía si podría perdonar al Zorro. Decidió darle una oportunidad, pero le dijo que debían trabajar juntos para recolectar más comida. "Deberemos compartir todo lo que consigamos de aquí en adelante. Eso es lo justo."
El Zorro, aunque apenado, aceptó. Juntos comenzaron a trabajar en equipo. El Zorro, al ver la bondad de Tito, aprendió que la verdadera amistad no se construye robando ni aprovechándose del otro, sino compartiendo y ayudando.
Con el tiempo, la relación entre Tito y el Zorro se hizo más fuerte. Tito le enseñó la importancia de ayudar a los demás mientras el Zorro aprendió a ser honesto y generoso. Finalmente, llegaron a ser mejores amigos, y el bosque se llenó de alegría.
Así, Tito y el Zorro, con sus travesuras y risas, siguieron recolectando comida, pero esta vez, compartiendo todo. Tito descubrió que aunque el Zorro había hecho algo mal, las segundas oportunidades pueden llevar a una amistad verdadera y duradera.
Y así, Tito y el Zorro vivieron felices en el bosque, recordando siempre que la confianza es un regalo que se gana, pero también que el perdón puede dar lugar a una hermosa amistad.
FIN.