Una Lección de Amistad
Era un caluroso día en la selva. El león, conocido como el rey de la jungla, estaba tomando una siesta debajo de un gran árbol. Mientras tanto, un pequeño ratón salió de su escondite, buscando algo para comer. Al ver al león dormido, decidió acercarse un poco más, curiosidad lo llevó a acercarse a la poderosa criatura que solía temer.
"¡Qué gigante más impresionante!" pensó el ratón mientras se asomaba. Sin embargo, en su afán de observar, el ratón se tropezó con una rama seca.
"¡Crack!"
El sonido despertó al león, que abrió los ojos y miró a su alrededor, hasta que se fijó en el pequeño ratón.
"¡Eh! ¿Quién se atreve a interrumpir mi siesta?" rugió el león con su voz profunda.
"¡Perdón, perdón! Soy solo un pequeño ratón," dijo el ratón temblando de miedo. "No quería molestar, solo quería ver al rey de la jungla."
El león frunció el ceño y empezó a acercarse al ratón, que se encogió de miedo. Mil pensamientos pasaron por la mente del pequeño animal: tal vez el león lo comiera como un aperitivo.
"¡Por favor! No me comas. ¡Soy demasiado pequeño! No valgo la pena."
El león se detuvo, intrigado por la valentía del ratón. En vez de comerlo, decidió liberarlo de su miedo.
"¿Por qué no dejas de temerme?" preguntó el león. "A pesar de ser un rey, yo no como a mis amigos."
El ratón miró sorprendido.
"¿Amigos? Pero yo soy solo un ratón. ¿Cómo podríamos ser amigos?"
"Todos los seres, grandes y pequeños, pueden ser amigos. La amistad no se mide por el tamaño. ¿Qué te parece si probamos?" propuso el león.
El ratón, aunque dudoso, decidió aceptar la oferta, sabiendo que tenía poco que perder. Así, empezaron a charlar y a conocerse. El león le contó historias sobre su vida en la jungla, y el ratón le habló sobre sus travesuras y su vida en el suelo.
Unos días pasaron y una tarde, mientras jugaban, un problema inesperado apareció. Un grupo de cazadores entró en la selva con redes y trampas, listos para cazar al gran león.
"¡Rápido, tenemos que hacer algo!" exclamó el ratón, al ver al león que se estaba alejando.
"¡No puedo!" respondió el león. "Si intento escapar, ellos me atraparán."
El ratón pensó rápido.
"¡Déjame intentar algo! Tienes que confiar en mí."
El león, aunque escéptico, aceptó. El ratón empezó a correr de un lado a otro, haciendo ruido y llamando la atención de los cazadores.
"¡Aquí estoy! ¡No soy más que un pequeño ratón!" gritaba, mientras se movía entre los arbustos.
Los cazadores, al ver al ratón, comenzaron a seguirlo, olvidando por un momento al rey de la jungla. El león, observando, se dio cuenta de que, a pesar de su pequeño tamaño, el ratón estaba siendo ingenioso.
Cuando el ratón llevó a los cazadores lo más lejos posible, regresó rápido al león.
"¡Ahora, corre!" gritó el ratón.
El león no lo dudó, corrió lo más rápido que pudo hasta encontrar un lugar seguro. Después de un rato, se detuvo y miro al ratón, agradecido.
"No puedo creerlo. ¡Me has salvado! Eres más valioso de lo que pensaba."
"Lo que importa no es el tamaño, sino el valor que hay dentro de cada uno de nosotros," dijo el ratón con una gran sonrisa.
Desde ese día, el león y el ratón se volvieron inseparables, cada uno agradecido por el otro. Aprendieron que la amistad se basa en la confianza y en ayudar a aquellos que amamos.
Fin.
FIN.