Una lección de amor fraternal
Sara era una niña de 9 años que adoraba a su hermanito Julián, pero a veces sentía celos porque sus padres parecían prestarle más atención. Se preguntaba si la querían menos a ella.
Un día, mientras jugaban en el jardín, Julián se cayó y se lastimó la rodilla. Los padres acudieron de inmediato a consolar a Julián, mientras Sara se sentía un poco desplazada.
Esa noche, en la cena, Sara no pudo contener su tristeza y le dijo a sus padres: "¿Por qué siempre están preocupados por Julián? ¿Acaso ya no les importo tanto como antes?" Sus padres la abrazaron y le explicaron que el amor que sentían por ella no había disminuido en lo más mínimo, pero que a veces, las necesidades de Julián requerían más atención porque era más pequeño y vulnerable.
Sara reflexionó sobre las palabras de sus padres y decidió demostrarles su amor cuidando de Julián. Comenzó a involucrarse más en las actividades de su hermanito, ayudándolo a aprender nuevas habilidades y protegiéndolo.
Con el tiempo, Sara se dio cuenta de que el amor de sus padres era igual para ambos, y que su papel como hermana mayor era especial y valioso. A partir de ese momento, los dos hermanos se convirtieron en aliados inseparables, siempre dispuestos a apoyarse mutuamente.
Aunque a veces surgían rivalidades, la conexión entre Sara y Julián se fortaleció gracias a la comprensión y la empatía.
Descubrieron que compartir el afecto de sus padres era una bendición, y que el amor fraternal era un lazo irrompible que los uniría para siempre.
FIN.