Una lección de perdón
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Pueblito Alegre, donde todos sus habitantes vivían en armonía. Sin embargo, un día, el Fantasma, que solía ser un vecino amoroso, regresó al pueblo lleno de rencor y sed de venganza.
- ¡Pueblerinos! ¡Ha llegado el momento de saldar cuentas! - gritó el Fantasma mientras aparecía frente a todos. Los habitantes del pueblo se sobresaltaron al escuchar esas palabras, recordando el daño que el Fantasma les había causado antes de partir.
Desesperados, acudieron a la sabia Doña Rosa en busca de ayuda. - ¿Qué haremos para detener al Fantasma, Doña Rosa? - preguntaron. Doña Rosa, con su sabiduría, les recordó una antigua leyenda sobre el poder del perdón.
- El perdón es la única forma de liberar tanto al que perdona como al perdonado. Deben encontrar una manera de ayudar al Fantasma a dejar atrás su enojo y resentimiento.
Los pobladores, inspirados por las palabras de Doña Rosa, decidieron tenderle una trampa al Fantasma. Llenaron el pueblo de risas, música y eventos alegres, demostrando que la felicidad aún existía en Pueblito Alegre. Al presenciar tanta alegría, el Fantasma comenzó a recordar los momentos felices que vivió en ese lugar.
Luchando con sus emociones, el Fantasma finalmente se acercó a Doña Rosa en busca de ayuda. - ¿Por qué siento tanta ira, Doña Rosa? - preguntó.
Doña Rosa le habló sobre el poder del perdón y cómo dejar atrás el peso de la venganza. Con el tiempo, el Fantasma comenzó a comprender que aferrarse al rencor solo lo estaba consumiendo. Al final, el Fantasma decidió perdonar a aquellos que lo habían lastimado y liberarse de la carga que llevaba.
Al hacerlo, se convirtió en un ser lleno de paz y encontró su lugar de descanso merecido. Pueblito Alegre volvió a ser un lugar de felicidad, demostrando que el perdón tiene el poder de transformar hasta el corazón más oscuro.
Desde ese día, los habitantes del pueblo recordaron la importancia de perdonar y vivir en armonía, manteniendo viva la lección que el Fantasma les enseñó.
FIN.