Una Lección de Perseverancia


Había una vez cuatro hermanos cerditos: Tito, Pepe, Lola y Cuchufli. Cada uno decidió construir su propia casa. Tito, el cerdito más trabajador, decidió construir su casa con ladrillos, para que fuera fuerte y resistente. Pepe, el cerdito ingenioso, eligió utilizar madera y palos para dar forma a su hogar. Lola, la cerdita creativa, optó por construir su casa con piedras y cemento. Y Cuchufli, el cerdito perezoso, decidió simplemente apilar paja y hojas para construir su casa de la forma más rápida y sin esfuerzo.

Mientras el sol brillaba para secar el cemento de la última casa, un lobo feroz merodeaba por el bosque. El lobo, hambriento y malvado, se acercó a la casa de Cuchufli, la cual era débil y frágil. Sopló con fuerza y la casa de paja y hojas se derrumbó en un abrir y cerrar de ojos.

Asustado, Cuchufli huyó en busca de refugio, encontrando el hogar de Lola, construido con piedras y cemento. El lobo, decidido a comerse a Cuchufli, sopló con todas sus fuerzas, pero la casa de Lola resistió. Cuchufli, aliviado, se dio cuenta de que la perseverancia y el esfuerzo valían la pena. Decidió ayudar a sus hermanos a reconstruir sus hogares utilizando materiales más resistentes.

El lobo, enojado por no haber logrado su cometido, buscó la casa de Pepe, construida con madera y palos. Con su aliento fétido, intentó derribar la casa, pero ni siquiera un palo se movió. Los tres cerditos restantes se unieron en la casa de Tito, la más fuerte y resistente. Juntos, construyeron una cerca alrededor de sus hogares, manteniéndose unidos para protegerse mutuamente.

El lobo, frustrado, se dio por vencido y se alejó. Los cerditos aprendieron que la unión hace la fuerza y que con determinación, esfuerzo y trabajo en equipo, podían superar cualquier obstáculo. Desde ese día, vivieron felices y protegidos, sabiendo que juntos podían enfrentarse a cualquier desafío que se les presentara.

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