Una lección de trabajo en equipo


Había una vez, en un hermoso bosque de Argentina, tres cerditos llamados Panchito, Tito y Benito. Eran hermanos y vivían felices en su pequeña casa de paja.

Un día, mientras los cerditos jugaban a las escondidas entre ellos, escucharon un ruido extraño proveniente del bosque. Se asomaron por la ventana y vieron a tres lobos hambrientos acercándose lentamente. - ¡Oh no! ¡Son los lobos! -exclamó Panchito con temor.

- Tenemos que protegernos -dijo Tito-, pero nuestras casas son muy débiles para resistirlos. Los cerditos se miraron preocupados, pero rápidamente decidieron buscar ayuda. Corrieron hacia la casa de su amigo el búho sabio para pedirle consejo. - Búho sabio, necesitamos tu ayuda -dijeron al llegar jadeantes-.

Los lobos están cerca y queremos saber cómo podemos protegernos. El búho sabio los escuchó atentamente y les dio una idea brillante: construir casas más resistentes. Les enseñó a hacer una casa de madera fuerte como roble.

Los cerditos siguieron sus instrucciones al pie de la letra y juntos construyeron una hermosa casa de madera. Estaban tan orgullosos de su trabajo que celebraron bailando alrededor de ella.

Cuando los lobos llegaron a la nueva casa, soplaron con todas sus fuerzas tratando de derribarla. Pero esta vez no tuvieron éxito. - ¡Malditos cerdos! -gruñó el lobo más grande-. No podemos entrar.

Los cerditos se sentían seguros en su nueva casa, pero sabían que los lobos no se rendirían tan fácilmente. Por eso decidieron buscar ayuda nuevamente. Esta vez fueron a la madriguera del zorro astuto y le contaron lo que estaba sucediendo.

El zorro, con una sonrisa pícara en su rostro, les dio un consejo aún mejor: construir una casa de ladrillos fuertes como la roca. Los cerditos siguieron las instrucciones del zorro y juntos construyeron una hermosa casa de ladrillos. Estaban tan felices con su nuevo hogar que organizaron una fiesta para celebrar.

Cuando los lobos llegaron a la nueva casa, soplaron con todas sus fuerzas tratando de derribarla. Pero esta vez tampoco tuvieron éxito. - ¡Esto es inaceptable! -gritó el lobo más feroz-. Esos cerdos son demasiado inteligentes para nosotros.

Los cerditos estaban a salvo en su nueva casa, pero sabían que los lobos nunca se rendirían por completo. Decidieron buscar ayuda por última vez y fueron al río donde vivía el castor constructor.

El castor escuchó atentamente la historia de los cerditos y decidió ayudarlos construyendo un puente sobre el río para conectar sus casas con la seguridad del bosque cercano. Los cerditos quedaron maravillados ante el trabajo impecable del castor y le dieron las gracias calurosamente.

Ahora tenían un camino seguro hacia el bosque si alguna vez necesitaban escapar. Un día, los lobos volvieron y se encontraron con las casas de los cerditos.

Pero esta vez, los cerditos estaban preparados y pudieron escapar rápidamente a través del puente hacia el bosque. Los lobos intentaron perseguirlos, pero el castor había construido el puente tan bien que no pudieron cruzarlo. - ¡Malditos cerdos! -gruñeron los lobos mientras veían cómo los cerditos se alejaban a salvo-.

No volveremos a molestarlos nunca más. Desde ese día, los lobos aprendieron la importancia de respetar a los demás y vivir en armonía con todos los habitantes del bosque.

Los cerditos también aprendieron que trabajar juntos y pedir ayuda cuando lo necesitaban era la clave para superar cualquier obstáculo. Y así, Panchito, Tito y Benito vivieron felices en su nueva casa de ladrillos junto con sus nuevos amigos: el búho sabio, el zorro astuto y el castor constructor.

Juntos demostraron que la unión hace la fuerza y que siempre hay una solución si trabajamos juntos.

Dirección del Cuentito copiada!