Una lección inesperada




En la escuela EEII17 de CABA, Argentina, en el grupo C de turno mañana, los alumnos estaban concentrados en sus actividades diarias. Franco, un niño dulce y amable, disfrutaba de una galletita en el recreo. Mientras tanto, Edward se encargaba de copiar el día en el pizarrón, con su caligrafía perfecta. En otra mesa, Santino y Benicio trabajaban juntos, tomando apuntes en sus cuadernos.

De repente, algo inusual sucedió: un grupo de ogros apareció en el patio de la escuela. Los niños no podían creer lo que veían. Los ogros, enormes y un poco torpes, miraban a su alrededor con curiosidad y asombro. Los gritos de sorpresa llenaron el aire.

Los ogros no querían asustar a nadie; solo estaban buscando amigos. Lentamente, se acercaron al grupo C y, para su sorpresa, los niños no gritaron ni corrieron. En cambio, los saludaron con una sonrisa. Franco les ofreció una galletita, que los ogros aceptaron con entusiasmo. Esa simple galletita abrió las puertas de la amistad entre los niños y los ogros.

Pronto, los ogros se integraron a la vida escolar. Ayudaban en las tareas, jugaban en el patio y compartían almuerzos. Los niños descubrieron que, a pesar de su apariencia intimidante, los ogros eran amigables, divertidos y solidarios. Y los ogros aprendieron que los niños no eran asustadizos ni malos como decían las historias.

Un día, durante el recreo, Thiago se dio cuenta de que se había olvidado su lápiz. Miró a su alrededor y vio a Tomas, un ogro con una enorme mochila llena de lápices. Con timidez, se acercó a Tomas y le pidió prestado un lápiz. Tomas sonrió y le dio no uno, sino dos lápices a Thiago, quien lo agradeció con una gran sonrisa. Esta pequeña acción demostró que la amistad no tiene límites y que la verdadera generosidad va más allá de las apariencias.

Los días pasaron y la amistad entre los niños y los ogros se fortaleció, enseñándoles a todos una valiosa lección. Aprendieron que la verdadera amistad no conoce barreras ni prejuicios, que la generosidad y la bondad siempre encuentran un camino, y que las apariencias engañan. Los niños descubrieron en los ogros a amigos leales y los ogros encontraron en los niños un grupo de amigos inesperados.

Así, la escuela EEII17 se convirtió en un lugar donde la diversidad y la amistad brillaban con fuerza, enseñando a todos que, sin importar cómo se vea uno por fuera, lo que realmente importa es el corazón.

FIN.

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