Una Mañana Extraña de Lara
Era una mañana tranquila en el barrio de Lara, una niña curiosa de diez años, que siempre estaba dispuesta a descubrir algo nuevo. Aquella mañana, mientras se preparaba para ir a la escuela, notó algo raro. Su gato, Pipo, estaba mirando por la ventana con los ojos bien abiertos y movía la cola de un lado a otro.
"¿Qué te pasa, Pipo?" - le preguntó Lara, intrigada.
De repente, el gato salió corriendo hacia la puerta. Lara lo siguió, sin entender del todo qué pasaba. Al abrir la puerta, se encontró con una escena inusual: el jardín estaba lleno de colores brillantes, pero no eran flores. Eran grandes burbujas flotando por el aire, cada una con una imagen dentro.
"¡Wow!" - exclamó Lara. "¿De dónde salieron estas burbujas?"
Decidida a averiguarlo, se acercó a la burbuja más grande. Dentro, podía ver un paisaje de montañas y un río que brillaba como si estuviese hecho de estrellas. Sin pensarlo, tocó la burbuja, y de repente, ¡pum! La burbuja estalló en un millón de colores y, mágicamente, Lara se encontró en un mundo diferente.
"¡Hola!" - dijo una voz dulce. Era una pequeña criatura con alas de mariposa. "Soy Lila, la guardiana de los sueños. Bienvenida al Valle de los Arcoíris."
"¿El Valle de los Arcoíris? ¡Es hermoso!" - dijo Lara.
Lila le explicó que cada burbuja contenía un sueño esperado de alguien en el mundo real, pero algunas burbujas estaban empezando a desvanecerse porque la gente había dejado de soñar.
"Necesitamos tu ayuda, Lara," - dijo Lila. "¿Crees que podrías ayudarnos a recuperar los sueños de los humanos?"
Lara se asombró por la misión que le ofrecían.
"¿Cómo puedo hacerlo?" - preguntó emocionada.
Lila le entregó una pequeña bolsa de polvo de estrellas y le dijo:
"Con esto, podrás viajar a los sueños de las personas. Solo debes tocar su burbuja y dejar que el polvo actúe."
Sin pensarlo dos veces, Lara aceptó. Al hacer un gesto con su mano, se encontró flotando hacia el primer sueño que debía visitar: el de su amiga Clara, que soñaba con ser una gran bailarina.
Al llegar, vio a Clara practicando en un escenario iluminado, pero se notaba tristeza en su rostro.
"¿Por qué estás triste, Clara?" - le preguntó Lara.
"Porque tengo miedo de que nunca seré lo suficientemente buena para bailar frente a la gente," - respondió Clara.
Lara recordó su propia experiencia cuando debía presentar un poema en la escuela.
"Clara, todos tenemos miedo a veces. Pero si no lo intentas, nunca lo sabrás. ¡Sé valiente!" - la animó Lara mientras esparcía el polvo de estrellas.
De repente, Clara sonrió, se sintió más segura y empezó a bailar con gracia. Lara sintió un brillo en su corazón, había logrado ayudar a su amiga.
Después de visitar varios sueños, Lara se dio cuenta de que cada persona tenía sus propias dudas y miedos. Por ejemplo, conoció a Tomás, que deseaba ser inventor, pero no se atrevía a diseñar su primer robot; y a Sofía, que soñaba con ser astronauta, pero temía a las alturas.
"El miedo solo es un obstáculo, pero no algo que no se pueda superar," - les decía Lara. – "Todos ustedes tienen un sueño. Muestren al mundo de lo que son capaces. ¡Inténtenlo!"
Finalmente, después de muchos esfuerzos, volvió al Valle de los Arcoíris y vio que las burbujas estaban brillando más que nunca.
"¡Lo lograste, Lara!" - cantó Lila radiante de felicidad. "Cada vez que alentaste a alguien a seguir su sueño, las burbujas se volvían más fuertes. ¡Gracias!"
Lara se sentía feliz por haber ayudado y aprendido que todos los sueños son importantes, y que con un poco de valentía y apoyo, se pueden lograr cosas maravillosas.
"Ahora, ¿puedo volver a casa?" - preguntó Lara.
"Claro, pero recuerda siempre esta lección: nunca dejes de soñar, Lara. Y continúa alentando a los demás a hacer lo mismo," - respondió Lila mientras tocaban la próxima burbuja.
Con un destello de colores, Lara se encontró nuevamente en su jardín, aunque un poco inquieta, estaba llena de nuevas ganas de soñar y ayudar a sus amigos. Desde aquel día, Lara se dedicó a compartir el valor de perseguir los sueños, no solo con sus amigos, sino con todos en su escuela.
Y así, el jardín de Lara se llenó de burbujas de sueños, un colorido recordatorio de que nunca debemos dejar de soñar.
FIN.