Una melodía de empatía



Había una vez una niña llamada Fernanda Yamada, de 12 años, que vivía en un barrio tranquilo de Buenos Aires. Fernanda era conocida por su estilo fresa y su actitud engreída.

Siempre llevaba los últimos modelos de ropa y se jactaba de tener todo lo mejor. Un día, en el colegio, Fernanda notó a un chico llamado Andrés. Desde ese momento, sintió mariposas en el estómago y decidió que estaba enamorada de él.

Sin embargo, en lugar de acercarse amigablemente a Andrés, comenzó a molestarlo constantemente. Andrés era un chico tímido y reservado. No entendía por qué Fernanda lo molestaba tanto.

Cada vez que ella se le acercaba para burlarse o hacerle bromas pesadas, él simplemente trataba de ignorarla. Un día, la maestra del colegio organizó una actividad especial para promover la empatía entre los estudiantes. Les pidió que formaran parejas y se conocieran mejor para encontrar cosas en común.

Por casualidad del destino, Fernanda y Andrés terminaron siendo pareja en esta actividad. Al principio ninguno quería estar junto al otro, pero pronto descubrieron algo sorprendente: ambos compartían la pasión por la música.

Fernanda resultó ser una talentosa cantante y Andrés tocaba la guitarra como nadie más en el colegio. Juntos empezaron a ensayar canciones e incluso participaron en un concurso musical local.

A medida que pasaban más tiempo juntos practicando música, Fernanda comenzó a darse cuenta del daño que había causado con su actitud hacia Andrés. Se sintió avergonzada y decidió disculparse sinceramente con él.

Un día, durante una de sus sesiones de ensayo, Fernanda se armó de valor y le dijo a Andrés: "Andrés, quiero pedirte disculpas por todo el daño que te he hecho. Me di cuenta de lo equivocada que estaba al molestarte. Estaba confundida porque en realidad me gustabas mucho".

Andrés aceptó las disculpas de Fernanda y ambos decidieron dejar el pasado atrás y comenzar una amistad sincera. Juntos, lograron superar la barrera del bullying y formaron un equipo musical increíble. Con el tiempo, su amistad inspiró a otros estudiantes a ser más comprensivos y respetuosos entre sí.

Incluso organizaron una campaña contra el bullying en su colegio para concientizar sobre los efectos negativos que puede tener en la vida de alguien. Fernanda aprendió la importancia de tratar bien a los demás sin importar cómo se sientan por dentro.

Aprendió que no está bien lastimar a alguien solo porque estemos confundidos o enamorados. Desde aquel día, Fernanda cambió su actitud fresa por una más humilde y empática.

Dejó atrás las burlas hirientes y se convirtió en una niña amable y considerada con todos sus compañeros. Y así fue como Fernanda Yamada aprendió la valiosa lección de que no debemos juzgar ni lastimar a los demás solo porque estamos confundidos o enamorados.

La historia de Fernanda nos enseña que siempre podemos cambiar nuestras actitudes negativas hacia otras personas si tomamos conciencia de nuestros errores y trabajamos para ser mejores. Fin.

FIN.

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