Una misión espacial



Había una vez un osito llamado Benito, que vivía en el bosque más hermoso y tranquilo que puedas imaginar. Benito era curioso y aventurero, le encantaba explorar cada rincón de su hogar en busca de nuevas emociones.

Un día, mientras paseaba por el bosque, vio algo brillante en el cielo: ¡Era la luna! Se quedó maravillado mirándola. "¡Wow! ¿Qué será eso tan bonito que brilla arriba?", se preguntó Benito con asombro.

Decidió subir a lo alto de la montaña más alta para estar más cerca de la luna.

Cuando llegó a la cima, notó algo extraño: ¡había una nave espacial estacionada allí! Y alrededor de ella, unos seres verdes con antenas en la cabeza que parecían marcianos. "¡Hola, marcianitos! Soy Benito, el osito curioso. ¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí?", preguntó Benito con entusiasmo.

Los marcianos explicaron que estaban acampando en la luna durante sus vacaciones galácticas y que habían traído consigo una deliciosa comida especial para marcianos. Pero se dieron cuenta de algo preocupante: ¡su comida había desaparecido misteriosamente!"¡Oh no! Nuestra comida ha desaparecido y no tenemos nada para comer", lamentaron los marcianitos.

Benito sintió tristeza al ver a los pequeños marcianitos hambrientos. Entonces tuvo una idea brillante:"No se preocupen amigos, yo les ayudaré a encontrar su comida perdida. ¡Siganme!"Así comenzó una emocionante aventura por la luna en busca de la comida extraviada.

Recorrieron cráteres, cuevas y valles lunares buscando pistas hasta llegar a un claro donde encontraron algo inesperado: un oso enorme devorando las provisiones robadas. "¡Oye tú! ¿Por qué te has comido nuestra comida? ¡Estamos pasando hambre!", reclamaron los marcianitos indignados.

El oso grande miró avergonzado a los pequeños visitantes espaciales y les explicó que él también tenía hambre y pensó que esa era una buena opción para saciarla.

Benito entendió cómo se sentía el oso al tener hambre; sin embargo, sabía que lo correcto era compartir y ser solidario con los demás.

Así que propuso al oso compartir juntos lo poco que quedaba de alimentos e invitarlo a disfrutar de un gran banquete en el bosque junto a todos sus amigos animales. El oso aceptó la propuesta con alegría y juntos regresaron al bosque donde celebraron un festín lleno de risas, juegos y amistad.

Los marcianos quedaron encantados con la generosidad y bondad de Benito así como del resto de animales del bosque quienes también compartieron sus alimentos con ellos. Desde ese día, cada vez que los marcianitos visitaban la Tierra hacían escala en el bosque del osito Benito para disfrutar juntos momentos inolvidables llenos de diversión y camaradería.

Y así demostraron que cuando nos ayudamos mutuamente podemos superar cualquier obstáculo y hacer del mundo un lugar mejor para todos.

FIN.

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