Una Navidad con Ramses y su Gatita Nussa



Era la tarde del 24 de diciembre y la ciudad estaba vestida con luces brillantes y adornos coloridos. Ramses, un niño que amaba la Navidad, miraba por la ventana de su casa mientras acariciaba a su gatita Nussa, que tenía un pelaje suave y esponjoso.

"Mirá Nussa, ¡qué lindo se ve todo!" - exclamó Ramses, señalando el árbol de Navidad decorado en el parque.

Nussa maulló suavemente, como si estuviera de acuerdo, y frotó su cabeza contra la mano de Ramses.

Ramses siempre había soñado con tener una Navidad mágica. Al día siguiente, iba a abrir los regalos y disfrutar de una cena especial con su familia. Sin embargo, había algo que lo preocupaba. Había escuchado en la escuela que algunas personas no tenían hogar y no podían celebrar la Navidad.

"Nussa, ¿qué te parece si hacemos algo especial para aquellos que no tienen una Navidad linda?" - le dijo Ramses a su gata, quien parpadeó lentamente, como si le diera su apoyo.

Decidido, Ramses comenzó a buscar en su habitación. Juntó algunos juguetes que ya no usaba, un abrigo que le quedaba pequeño y una caja de dulces que había recibido de regalo.

"Esto es perfecto. ¡Haré una caja de regalos!" - gritó emocionado.

Con la ayuda de su mamá, prepararon una caja llena de amor y sorpresas. Esa noche, Ramses se sintió feliz y lleno de energía. Al día siguiente, fue con su mamá a un parque donde solían reunirse personas que necesitaban ayuda.

Allí, en medio de risas y abrazos, Ramses empezó a repartir sus regalos. De repente, vio a un niño que estaba solo y se acercó.

"¡Hola! Me llamo Ramses. ¿Querés un regalo para vos?" - le dijo amable.

El niño, un poco tímido, asintió con la cabeza. Entonces, Ramses le entregó una de sus cajas.

El niño sonrió, y Ramses se sintió feliz al ver su alegría. Pero lo que no esperaba era que el niño también tenía un regalo para él.

"Esto es para vos. ¡Feliz Navidad!" - dijo el niño, entregándole un dibujo de un árbol navideño.

Ramses lo miró sorprendido.

"Pero... ¿por qué?" - preguntó.

"Porque todos merecen una sonrisa en Navidad" - respondió el niño, con una gran sonrisa.

Ramses sintió un calor en su corazón. Aprendió que el verdadero espíritu de la Navidad no solo estaba en recibir, sino también en dar y compartir amor.

Esa tarde, mientras volvía a casa, Ramses se sintió más lleno que nunca. Al llegar, se sentó en el sofá junto a Nussa, quien lo miraba con sus grandes ojos.

"¡Tuvimos una Navidad mágica! Gracias Nussa por ser mi compañera. ¡Tenemos que repetir esto el próximo año!" - exclamó Ramses, acariciando a su gatita.

Nussa ronroneó, como si entendiera la aventura que habían compartido. Así, Ramses aprendió que juntos podían crear alegría y bondad, no solo en Navidad, sino todos los días del año.

A partir de ese momento, cada año, Ramses y Nussa se comprometieron a hacer de la Navidad un momento especial para todos, porque el regalo más grande de todos es el amor que compartimos. Y así, su historia continúo inspirando a otros a hacer lo mismo, creando una cadena de felicidad y esperanza en su comunidad.

FIN.

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