Una Noche en la Granja



Era una tarde soleada en la granja de la abuela Lila. Los patos, con su plumaje brillante, se paseaban felices junto al estanque, mientras las gallinas picoteaban el suelo buscando granos de maíz. Esa noche, la abuela Lila decidió que los patos dormirían en el gallinero por primera vez.

"¿Por qué tenemos que dormir todos juntos?" - preguntó Pato Pipo, el más curioso de todos.

"Porque es importante que estemos unidos, y además, esta noche hay un viento fuerte que podría ser peligroso para ustedes, pequeños" - respondió la abuela con una sonrisa.

Pipo miró a sus amigos, los demás patos estaban un poco preocupados, pero decidieron seguir a su líder. Al llegar al gallinero, las gallinas, con su voz llena de cloqueos, estaban intrigadas por la llegada de los patos.

"¿Qué hacen ustedes aquí? Este es nuestro lugar para dormir" - dijo Gallina Gilda, la mayor del grupo.

"La abuela nos envió a dormir aquí. Hay un viento fuerte esta noche y queremos estar seguros" - explicó Pipo.

Gilda se rió. "No se preocupen, siéntanse como en casa. Pero, ¿saben cómo se duerme en un gallinero? No es lo mismo que en un estanque. Aquí hay mucha charla y movimiento."

Así fue como, esa noche, los patos y las gallinas se acomodaron en el gallinero. Las gallinas comenzaron a contar historias sobre las aventuras del día.

"¿Alguna vez escucharon sobre el día en que Gilda se encontró con el pato más grande del mundo?" - comenzó una gallina emocionada.

Los patos, aunque un poco escépticos, se sentaron a escuchar. Sin embargo, cuanto más hablaba Gilda, más se adormecían.

"Está bien, les contaré la historia primero, y luego dormiré..." - dijo Gilda con un guiño.

Mientras tanto, Pipo estaba pensando en lo diferente que era dormir aquí. Cuando la historia terminó, las gallinas comenzaron a dormir, y los patos intentaron acomodarse en sus patas.

"¿No es incómodo?" - susurró Pipo a su amigo Pato Lalo.

"Un poco, pero tal vez sea divertido..." - respondió Lalo con un bostezo.

Pero cuando todo parecía tranquilo, un gran viento sopló, y el gallinero empezó a crujir.

"¿Qué es eso?" - preguntó Gilda, despertándose de repente.

"¡Ay! El viento está haciendo ruido, me da miedo" - dijo una gallina asustada.

"No se preocupen, estamos todos juntos aquí, nada nos pasará" - dijo Pipo con determinación. "Si nos unimos, podemos enfrentar cualquier cosa."

Las gallinas comenzaron a sentirse más seguras al escuchar a los patos. Juntos, comenzaron a cantar una canción.

"¡Vamos a cantar! ¡Los patos y las gallinas juntos!" - gritó Lalo.

El canto fue fuerte y armonioso, y así, mientras la tormenta soplaba afuera, el gallinero resonaba con la música de los nuevos amigos. Pronto, todos se sintieron más confiados y se sumergieron en un sueño tranquilo y reparador.

A la mañana siguiente, la abuela Lila llegó para ver cómo habían pasado la noche. Al abrir la puerta del gallinero, se encontró con una imagen encantadora: patos y gallinas acurrucados unos sobre otros, durmiendo plácidamente.

"¡Miren qué hermosos! ¡Son como una gran familia!" - exclamó la abuela emocionada.

Pipo abrió un ojo y sonrió. "Creo que dormir juntos no fue tan malo después de todo."

Desde ese día, los patos y las gallinas formaron un gran lazo de amistad y siempre dormían juntos cuando la abuela Lila lo decidía. Aprendieron que, a veces, compartir espacio y compañía puede llevar a grandes aventuras y momentos inolvidables. Y así, su historia se convirtió en una tradición en la granja, donde ni el viento más feroz podría romper la unión entre los patos y las gallinas.

Fin.

FIN.

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