Una Noche para Recordar

Había una vez, en un tranquilo pueblo argentino, un grupo de amigos decidió ir de paseo al bosque. Emocionados, prepararon sus mochilas con todo lo necesario para un día lleno de aventuras. Al llegar al hermoso bosque, comenzaron a explorar, maravillados por la naturaleza que les rodeaba.

-¡Miren ese árbol gigante! -exclamó Emilia señalando hacia lo alto.

De repente, mientras jugaban y reían, un imponente oso apareció gruñendo, con intenciones de hacerlos su próxima comida. El grupo se paralizó del miedo, pero rápidamente recordaron las lecciones de supervivencia que habían aprendido en la escuela: no correr, no gritar, no mirar directamente a los ojos del oso. Con valentía y sigilo, lograron escapar sin ser vistos.

-¡Vaya susto! -dijo Tomás, respirando agitado.

Sin embargo, su alivio duró poco, ya que al recontar el grupo se dieron cuenta de que el hermano menor de Juan, Martín, se había perdido en el caos. Con el corazón en un puño, comenzaron a buscar desesperadamente, gritando su nombre entre los árboles frondosos. El sol ya se ocultaba y la noche amenazaba con oscurecerlo todo. El miedo les invadía, pero sabían que debían mantener la calma para encontrar a Martín.

-¡Martín! ¡Martín! ¿Dónde estás? -gritaba Juan con lágrimas en los ojos.

Decidieron correr hacia el río, recordando que Martín estaba fascinado por el agua. Allí, con linterna en mano, peinaron la orilla en busca de alguna pista. El sonido del agua y el crujir de las ramas los tenía en vilo, pero de repente escucharon un débil llanto. Siguiendo el sonido, encontraron a Martín a salvo, pero notablemente asustado.

-¡Martín, estás a salvo! -exclamó Emilia, abrazándolo con fuerza.

Finalmente, con Martín a salvo, regresaron al pueblo. A pesar del miedo y la oscuridad, aprendieron que la unión, la valentía y la calma son fundamentales en situaciones difíciles. El paseo al bosque se convirtió en una lección de vida, estrechando los lazos de amistad y enseñándoles que, juntos, pueden enfrentar cualquier adversidad.